La irrupción de Podemos en la escena política apunta, además de a la crisis del sistema, a la recomposición de la izquierda. Un elemento capital de esa recomposición es el papel del PSOE y su nuevo líder, Pedro Sánchez, que se enfrentan al desafío de devolver al gran partido de la izquierda la credibilidad perdida y presentar a los ciudadanos un proyecto con el que recupere la centralidad. Pero el éxito del PSOE depende de lo que ocurra a su izquierda, y en este campo se inscribe la oferta que el probable nuevo líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, hace a Pablo Iglesias de ir unidos a las elecciones generales tras unas primarias. Garzón, que también procede del 15-M, optó en su día por IU, cuya cultura política es muy distinta de la de Podemos. El acuerdo es difícil también porque Podemos es un partido en ascenso, lo contrario que IU desde la aparición de Iglesias. Además, no está claro que IU sumase en una alianza con el nuevo partido lila. Más bien podría restar por el papel que ha desempeñado durante los años que los dirigentes y el potencial electorado de Podemos impugnan.