La reflexión sobre los tiempos escolares está servida tras el debate sobre el calendario escolar. El departamento de Educación ha pretendido dar una respuesta clara a una polémica que tímidamente se anunciaba todos los años pero no llegaba a eclosionar. El problema es complejo porque en torno a él se mezclan intereses diversos. En la confección del calendario escolar deben tenerse en cuenta varios aspectos que afectan a toda la Comunidad Educativa: de una parte, los pedagógicos --programar los días lectivos de forma coherente para los alumnos--; de otra, el cumplimiento de la legislación --175 días lectivos como mínimo--; también las diferencias dentro del territorio aragonés --y por eso se establecen cinco días que se regulan desde cada provincia--, la adecuación de las vacaciones escolares y las laborales del profesorado, y, finalmente, la tradición, tanto de vacaciones docentes como no docentes.

Compromiso con padres y madres.-- Es necesario recordar un elemento fundamental en este debate: en todo momento estamos hablando de un calendario escolar, no de un calendario laboral. Las vacaciones de los niños y niñas vienen determinadas por sus jornadas lectivas. El interés del Gobierno de Aragón, que gobierna para toda la sociedad y se debe por lo tanto a todos los ciudadanos, es hacer coincidir las vacaciones escolares con las necesidades de sus familias.

Un calendario más racional.-- Las tres decisiones fundamentales son el principio y el final de curso y las vacaciones trimestrales. Las dos primeras por cuanto hay que considerar los aspectos organizativos del nuevo curso y el tiempo necesario para programar las asignaturas en lo que respecta a septiembre; en junio, el proceso de evaluación final exige también un tiempo para cerrar correctamente la labor de todo el curso. Los descansos trimestrales los marcan Navidad y Semana Santa, de claro carácter religioso y que afectan también a otros colectivos. Sin duda ha sido una tradición en esta Comunidad Autónoma encuadrar este periodo a lo largo de la Semana de Pascua, situación que permite a los docentes disponer de unos días vacacionales con menor interferencia con otros colectivos de trabajadores.

Pero también desde las aulas se venía planteando la irracionalidad de un tercer trimestre que podía durar algo más de un mes, un tercer trimestre con decisiones importantes como la promoción del alumnado o las pruebas de acceso a la universidad en el caso de Bachillerato. ¿Por qué este cambio en las vacaciones? Porque la modernización de la educación no puede circunscribirse exclusivamente al aprendizaje de lenguas extranjeras, a la introducción de las nuevas tecnologías, a la modernización de la Formación Profesional, a la compensación de las carencias de la escuela rural y a medidas que pretenden aumentar la calidad como la disminución de las ratios o el aumento de los recursos para atender a la diversidad. Es preciso adaptar los tiempos escolares a las nuevas necesidades de la sociedad.

La escuela, un aliado social.-- La escuela debe ir de la mano de la sociedad y la sociedad evoluciona rápidamente: el acceso de la mujer al mundo del trabajo y los cambios en la estructura familiar exigen la puesta en marcha de medidas que permitan aumentar el tiempo de convivencia de padres e hijos, ubicando los periodos vacacionales en fechas más fáciles para el mundo empresarial (interpretar por ello que la escuela se esté convirtiendo en guardería parece pura demagogia). Es cierto que la institución escolar no es la única que debe asumir este reto, pero no deja de ser menos cierto que los servicios públicos deben encabezar y asumir gradualmente estos nuevos requerimientos a los que también tendrá que responder la empresa privada.

Gobernar significa tomar decisiones.-- El Gobierno de Aragón fue consciente de que la modificación de las vacaciones era una decisión polémica que debía abordar y por eso se muestra firme en su decisión, en la creencia de que no se modifican los derechos laborales de los trabajadores y se facilita la vida familiar. El rasgo esencial de la docencia radica en su compromiso social, por eso, si éste desaparece, dejan de tener sentido las peculiaridades del horario docente. Los alumnos y sus familias son los usuarios de la educación y es nuestra obligación velar por darles el mejor servicio posible. Si nuestro compromiso con ellos desaparece en aras de la costumbre, la enseñanza se convierte en una simple transmisión de conocimientos y este no es el sentir de los docentes. Hay que decir que el Gobierno de Aragón ha asumido algunas reivindicaciones de la Junta de Personal Docente, en concreto acerca del adelanto del comienzo del curso y de la jornada continua. Asimismo, la división de opiniones en la comunidad educativa se ha hecho patente en último Pleno del Consejo Escolar donde no pudo llegarse a un acuerdo. Gobernar es optar, tomar decisiones. Y el gobierno ha optado por favorecer a la mayoría de la comunidad escolar: padres, madres y alumnos.

Es por ello que esta polémica debe servir para que todos reflexionemos: las familias, sobre su implicación en los procesos educativos; los profesores, sobre su compromiso social; y la Administración sobre la búsqueda de medidas que favorezcan una educación de calidad.

*Directora general de Política Educativa del Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón