E nuevo ultranacionalismo catalán produce cierta inquietud, al menos una inquietud mayor que la que en tiempos casi paleohistóricos provocaban políticos nacionalistas como Sagaseta en Canarias o Heribert Barrera en Cataluña, porque algunos vascos siempre han ido por otros caminos que más que inquietud provocan auténtico terror.

El nuevo ultranacionalismo catalán tiene un nombre: el de Carod Rovira que ofrece una imagen inquietante con facetas de nacionalismo, de populismo y de izquierdismo difuso, un cóctel pintoresco para una persona inteligente con un perfil batallador y que sigue teniendo la llave del Gobierno de Cataluña.

Quizá su reunión con dirigentes etarras hubiera sido un asunto menos trascendente si se hubiera conocido en un período distinto al de la precampaña electoral, pero lo que importa es el trasfondo y habrá que esperar al resultado de las generales para medir su trascendencia.

La política trata de armonizar intereses en conflicto. Y este arranque pesimista, el conflicto, obliga a Maragall a un esfuerzo armonizador realmente complicado cuando hay que armonizar incluso intereses anti-sistema.