El nuevo Gobierno se va a estrenar con más preguntas que respuestas, con más incógnitas que certezas y con una abrupta división de fondo que a muchos españoles ha dejado un poso de inquietud.

No falta quien, olfateando esos malos vientos, ha creído ver arremolinarse las cenizas de la guerra civil. Oír, incluso, sobre el murmullo de los rezos que se alzaban y alzan por España, el eco de los escopetazos en las cunetas, la tralla de las balas contra las tapias de los cementerios o las fachadas de ayuntamientos e iglesias.

Nada de eso, que seguramente sí ocurriría en una joven nación, pasará en este viejo y escarmentado país, la España de cuerno quemado en la que todo vecino es politólogo, seleccionador nacional, crítico y polémico en la forma pero acomodaticio en el fondo.

Tanto, como todos esos diputados que han pasado del asfalto a la moqueta, de la indignación al besamanos. Con la diferencia de que el votante es amateur, pero el dueño de su voto, quien dice representarlos, un profesional del empleo de moda: la aritmética parlamentaria.

¿Habrá una revolución en España, una involución, estamos ante el nacimiento de un movimiento populista? De momento, no asoma por el horizonte. No parece que desde Moncloa se vaya a favorecer la independencia de Cataluña o del País Vasco, abolir la monarquía, expulsar a los norteamericanos, enaltecer a Maduro, alinearse con Putin o privar de todo apoyo a la Iglesia. Se aprobarán medidas económicas que gravarán las rentas altas, incluida la de Pablo Iglesias y señora, y se ampliarán y socializarán servicios a fin de que las clases más desfavorecidas vean incrementadas sus coberturas. Y se intentará meter en cintura a las multinacionales, sin que suponga un riesgo para el empleo...

Lo más divertido o trágico, según se mire, se producirá en el propio Congreso de los Diputados, con sus señorías a la greña, faltándose y faltando a una Constitución que tampoco tocarán esta vez, no sea que algunos salgan perdiendo cuando han salido ganando. Con mar de fondo, proclamas y gestos, con catalanes y vascos enhiestos frente a las mustias autonomías irá transcurriendo una legislatura plagada de incertidumbres.