Y en estas llegó la crisis. De los países emergentes, se entiende. Sean cuales sean las razones del pánico que se ha desatado, lo relevante para nosotros son las negativas consecuencias que apunta. Lastimosamente, los problemas acumulados por Indonesia, la India, Turquía, Sudáfrica y Argentina (déficits exteriores y excesiva expansión del crédito, ¿les suena?) apuntaban a un inevitable accidente por poco que se desestabilizara la situación. Y eso llegó de la mano del dúo China-EEUU: la primera, reduciendo con claridad su ritmo de expansión, y el segundo, acelerando el paso en el camino de retirada de su política monetaria ultraexpansiva y reduciendo las compras mensuales de bonos privados y públicos desde los 85.000 millones de dólares/mes del pasado año a los 60.000 millones tras la última reunión presidida por Ben Bernanke. Además, y aunque la situación ha empeorado más en aquellos cinco países, otros con menos problemas han entrado en la rueda: Corea del Sur, Brasil, Chile y México han mostrado pérdidas de sus divisas, aunque de menor entidad.

LAS BOLSAS de los países europeos, EEUU y el mundo avanzado y en desarrollo han recogido este clima más pesimista con caídas de cierta entidad. Reforzadas por malas noticias productivas de EEUU y China. Y aunque en el grueso de los países europeos la actividad continúa recuperándose, los problemas de los países emergentes están oscureciendo el horizonte. Esta nueva situación pone sobre el tapete muchas cuestiones, de las que quisiera destacar tres.

La primera es constatar, una vez más, hasta qué punto el banco central de EEUU tiene los privilegios asociados a los bancos centrales y, en cambio, no todas sus obligaciones. La política de la Reserva Federal se dirige a solventar los problemas de EEUU, pero sus efectos se dejan notar en todo el planeta, y estos ni fueron positivos cuando estuvo ampliando liquidez de forma insólita, ni lo son ahora, cuando ha comenzado a drenarla. Cabe recordar que en el verano del 2011 Guido Mantegna, el ministro de Hacienda de Brasil, acusó a EEUU de estar provocando una guerra de divisas al deprimir el valor del dólar con su excepcional expansión monetaria. Esa nueva liquidez se filtraba entonces hacia los países emergentes, elevando el valor de sus divisas y reduciendo su capacidad exportadora, al tiempo que EEUU exportaba, merced a la depreciación del dólar, su paro al resto del mundo. Brasil, Japón y otros países reaccionaron a esta política americana interviniendo en los mercados de cambio o imponiendo controles a las entradas de capital o impuestos adicionales a sus ganancias. La sangre no llegó al río, pero la advertencia estaba ahí. Ahora se produce el efecto contrario: las salidas de capital hacia EEUU y otros países avanzados están provocando problemas en la estabilidad financiera en países emergentes, que solo pueden resolverse bien elevando los tipos de interés (provocando recesión) como han hecho la India, Turquía y Sudáfrica, bien perdiendo reservas al intervenir en los mercados (como Indonesia y Argentina).

La segunda reflexión es acerca de la insólita rapidez con la que la Fed está desmontando su programa de compra de bonos. Dados los problemas del crecimiento norteamericano (como indica la notable desaceleración de la producción manufacturera en enero), ese apresuramiento sugiere que el banco central americano está cada vez más preocupado por la magnitud de la potencial burbuja en los precios de los activos financieros y físicos que su política parece haber generado. La caída de la bolsa americana en estas primeras semanas del 2014, las pérdidas en la deuda pública y el frenazo en la recuperación del mercado inmobiliario son síntomas que apuntan a excesos en sus precios, alimentados con la financiación ultrabarata y abundante de la Fed.

FINALMENTE, y aunque todo lo anterior es relevante, para nosotros quizá lo sea más el impacto que esta crisis de los emergentes pueda tener sobre los problemas deflacionarios que parecen acumularse en la eurozona. Las devaluaciones del peso argentino, mexicano o chileno, del real brasileño, del rand sudafricano, de la lira turca o de las rupias india e indonesia, entre las monedas más relevantes para nosotros, implican precios menores para nuestras compras procedentes de esos países. Y esa caída de precios de importación va a acentuar las presiones deflacionarias que afrontamos.

Esa crisis nos va a afectar tanto por la reducción en la demanda de nuestras exportaciones como por los menores precios de nuestras compras exteriores. Es como si hubiéramos revaluado el euro. Más problemas para Mario Draghi. Más problemas para nuestra incipiente recuperación, no lo olvidemos.

Catedrático de Economía Aplicada.