El hecha la ley, hecha la trampa, aplicable a tantos aspectos sociales, adquiere ahora un sentido similar en las nuevas tecnologías. Los timos que se colaban a través del ordenador han saltado ya las masivas herramientas de comunicación: los móviles con conexión a internet. Un avance tecnológico de aspectos positivos para los ciudadanos deviene en una reacción delictiva que, apoyándose en él, saca provecho de su existencia y, en especial, de la confianza de los propios usuarios en los sistemas que manejan. Una parte de la responsabilidad puede recaer en estos mismos, que todavía no han terminado de asimilar que deben proteger sus smarphones con antivirus como hacen con su ordenador casero. Pero también las Fuerzas de Seguridad y las compañías operadoras deben implicarse más en la lucha por unas comunicaciones seguras.