Hace unos años al PSOE zaragozano lo llamaban Beirut . En los 80 del siglo pasado, la ciudad de Beirut fue asolada por la batalla total que enfrentó a diversas facciones de los llamados señores de la guerra . En aquellos tiempos, varias familias socialistas se repartían el pastel de la entonces mayoría absoluta institucional en función del número de militantes que lograban atraer a su corro. Algunos concejales y diputados provinciales eran consumados especialistas en colocar a gente de la que luego exigían el voto asambleario para seguir manteniendo su puesto político. El sistema era tan viciado, vergonzoso y antidemocrático que generó individuos de la calaña de Luis Roldán. Cuando aquellos modos se creían superados, el socialismo zaragozano parece dispuesto a volver a las andadas. Ahora que es más difícil convencer al personal para que se afilie al partido, y además ya se encarga el aparato de que apenas haya militantes para que no exista debate, el poder se dirime entre cuatro dirigentes que reparten los cargos dejando al margen a la sufrida militancia, que soporta, inasequible al desaliento, esta situación. La lucha por el poder que se libra en el grupo municipal socialista del Ayuntamiento de Zaragoza es fiel reflejo de los nuevos-viejos errores. Y entre tanto, un año casi perdido, la ciudad paralizada y las ilusiones que despertó el pacto municipal de izquierdas a punto de irse al carajo. El alcalde debe tomar las riendas y decidir lo mejor para la ciudad. Y a trabajar, que ya va siendo hora.

*Profesor de Universidady escritor