Nuestra edición del pasado miércoles incluía una entrevista a doble página con el presidente de General Motors España, Antonio Pérez Bayona. Un documento periodístico de notable interés, elaborado por dos excelentes profesionales: José Luis Ainoza y Leticia Iserte.

El periodismo económico suele tropezar, a la hora de profundizar en el alto mundo de las finanzas, con muros o velos que disipan o matizan la información. Los intereses son enormes, y las palabras, en este resbaladizo terreno, muy arriesgadas. Debido a la tradicional cautela que preserva buena parte del pensamiento de los líderes económicos, y a su tendencia a ampararse en frases huecas, o en conceptos obtusos para el común de los mortales, no es frecuente que personajes del nivel de Pérez Bayona se presten a una conversación fluida, dando respuesta a todas las preguntas, incluso a las más comprometidas, e interlineando su propia ideología. Una actitud, la de Pérez Bayona, elogiable.

En la entrevista, el presidente de GM combinaba asertos tranquilizadores para el futuro de la planta de Figueruelas con otras más agridulces consideraciones en las que analizaba el comportamiento de los mercados, sus expectativas y riesgos, y el lugar que en ese complejo damero debía ocupar la producción de la planta aragonesa para evitar zozobras y sustos. Como elemento francamente positivo, que desde luego ahuyentará por un largo período el tenebroso fantasma de la deslocalización, Pérez Bayona refrendaba la inversión de cuatrocientos millones de euros para el nuevo modelo de Corsa y la planta de pintura. Lógicamente, si la empresa mantuviese en secreto alguna veleidad de deslocalizar, esta inversión no se habría materializado. Dos más dos.

Pero, en el mencionado mercado automovilístico, las cuentas no son tan sencillas ni claras. La competencia en el sector es feroz. La oferta se ha diversificado hasta tal punto que la innovación y el abaratamiento de costes han entrado en una carrera frenética. No sólo hay que hacer los coches más rápidamente, mejores y más baratos, sino que además hay que asentar o extender su venta. Lo contrario, el exceso de producción o la caída de la facturación produciría factores de colapso a medio plazo, difíciles de resolver después. En ese difícil equilibrio oscila el futuro de las grandes empresas del automóvil, y de las numerosas plantillas a las que da empleo.

Si bien con algunas cautelas, Pérez Bayona se atrevió a garantizar la estabilidad de la planta de Figueruelas --la "joya de la Corona" de la división europea, y la primera que puso en funcionamiento el sistema de tres turnos--, durante los próximos seis o siete años, plazo que sin duda aportará tranquilidad a los trabajadores, e influirá positivamente en la buena marcha de la economia aragonesa, todavía dependiente, en buena medida, del sector automovilístico.

En las zonas de sombra, el ciclo negativo de GM Europa, con un lustro consecutivo de pérdidas, podría inspirar algún tipo de recorte. Pérez Bayona no descarta que alguna de esas alternativas, que necesariamente habrían de afectar a la plantilla, pudieran ser "agresivas".

Una pieza periodística para conservar en la hemeroteca.

*Escritor y periodista