Pocos asuntos políticos tan claros como el caso Yakovlev . Cuando ocurrió aquel terrible accidente cualquier persona bien informada dedujo que los militares muertos habían sido embarcados en un avión-ataúd, que tal cosa se había propiciado en un evidente intento de abaratar los gastos de transporte y que la apresurada identificación y traslado de los restos de las víctimas no podía haber dado tiempo a una correcta identificación de los mismos. Todo ello ha ido confirmándose con datos, documentos, cajas negras y pruebas de ADN. Y la conclusión es también obvia: el Ministerio de Defensa dirigido entonces por Federico Trillo hizo las cosas muy mal y luego, cuando se vió ante sesenta y dos cadáveres, mintió reiteradamente para cubrir su responsabilidad.

Todo esto quedó ayer patente una vez más en la comparecencia parlamentaria del actual ministro, José Bono y el posterior debate sobre la tragedia del Yak . Sin embargo, el PP no quiso verlo ni mucho menos reconocerlo. Su portavoz, Eduardo Zaplana, estuvo lamentable al intentar comparar este asunto con el GAL. En cuanto a Trillo, su renuencia a aceptar responsabilidades y obrar en consecuencia es tan patética como inaceptable.