Barak Obama ha hecho realidad su sueño de visitar Sevilla. Por fin. Estuvo a punto hace tres años, pero el atentado de Dallas lo frustró. Hoy, el líder de masas y orador de caché multimillonario, ya puede decir aquello de que «la lluvia en Sevilla es una maravilla». Y no precisamente porque viera llover sino por el fajo de billetes que le han caído encima por acercarse a la Cumbre Mundial de Turismo en calidad de invitado, unos 400.000 dólares. Ese es el caché de Barak por conferencia. Mejor jugada, imposible. Y es que el americano, haciendo honor a la idiosincrasia de su pueblo, no mueve ficha si no hay dólares de por medio. Seguro que también ha incorporado un extra a su tarifa, por permitir que los invitados y ponentes, mediante tarjetita con número de orden de llegada y el consiguiente protocolo de seguridad, pudieran fotografiarse junto a él. Curioso, ¿verdad? Especialmente viniendo de aquel que tildaba a los banqueros de «gatos gordos» porque cobraban bonus mientras su país sufría una gran recesión, aunque al dejar la presidencia bien se subiera al carro de los de Wall Street cuando por tres discursitos de nada recibió la módica cifra de 1,2 millones de dólares. Si a eso le sumamos las millonarias ganancias que la venta de sus libros y el merchandising en torno a ellos le generan, además de su sueldo vitalicio como ex presidente, 207.800 dolares anuales, hablamos de un millonario de manual. Con razón nuestro Sánchez le hace la ola, le rinde tributo y emula sus postulados. Ojito con la versión española de Obama. Le supera, y con creces.

*Periodista y profesora de universidad