Me aconsejaba un viejo librero incluir curas en mis novelas para ganar lectores. «La Iglesia vende», argumentaba.

No sé si es así, pero sí sé que la Iglesia compra, trafica y manipula obras de arte. No lo digo yo, sino su curia. ¿Un (mal) ejemplo? Que ha comprado las obras aragonesas es lo que, mintiendo, ha sostenido el obispo de Lérida, monseñor Giménez Valls, frente al tribunal que le juzga por retener ilegalmente en museos de Lérida un centenar de obras de arte que, pertenenecientes a parroquias de Aragón, mantienen bajo secuestro curitas trabucaires y secuaces de la Generalitat de Torra.

El patético y nada cristiano ejemplo (la mentira nunca lo es) del bisbe ilerdense vuelve a tirar por los suelos la imagen de la institución eclesiástica, con un inquietante porcentaje de pederastas, granujas y parásitos, cuya oscura nube apenas permite vislumbrar el rayo heroico de tantos sacerdotes, hermanas y misioneros que no se dedican a la vida ociosa.

Pero estos líos de monasterios y parroquias no vienen de ahora. Nos encontramos con su tradición nada más abrir las nuevas páginas de Jesús Rubio, Vidas imaginarias y reales en el Monasterio de Veruela (Los Libros del Gato Negro).

Una belleza. Concebido a modo de relatos engarzados entre sí, prodigiosamente escritos con una prosa tersa y sonora como los manantiales que inspiraron a Bécquer, nos traslada al Moncayo, al siglo XVI, a las celdas de los monjes que entonces habitaban Veruela. Para describirnos sus horas y rezos, sus intrigas y castigos, amores y esperanzas. La corte del emperador Carlos o la Roma papal quedaban lejos, pero no tanto como para que sus emisarios ignorasen lo que sucedía intramuros. Así, los cuentos se abrirán a amoríos y hechos de corte, a innumerables personajes que, a la manera de Washington Irving con sus Cuentos de La Alhambra o de Marcel Schwob con sus Vidas imaginarias irán completando el paisaje humano y espiritual de ese Moncayo que el autor tan bien conoce.

Catedrático de Literatura Española en la Universidad de Zaragoza, Jesús Rubio ha destacado por su poesía y sus estudios sobre numerosos autores. Un sabio con imaginación y estilo.