El viaje más importante de la legislatura. Así ha valorado la Moncloa la primera visita oficial del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a Estados Unidos. Ha sido una visita positiva para España porque las declaraciones de ambas partes certifican el fin de la fractura creada por la guerra de Irak y porque la situación económica española ha dejado de ser una fuente de preocupación para la Administración de Barack Obama y los decisivos círculos económicos estadounidenses. La inversión de EEUU en España va en el sentido adecuado, en aumento, según aseguró el propio responsable de la patronal norteamericana, Thomas J. Donoue, en el encuentro en la Cámara de Comercio de EEUU, una parada ineludible para que Rajoy regresara a España con el aval a su política económica.

Cierto es que el presidente del Ejecutivo exhibió sus mejores pronósticos para la economía española pese a que las cifras del paro (más del 25% de la población activa) aún no tienen el mismo registro esperanzador que los tímidos avances en la esfera macroeconómica. Y para enfatizar la satisfacción por este viaje, la Moncloa dejó caer que el Fondo Monetario Internacional --con cuya directora gerente, Christine Lagarde, se reunió Rajoy-- mejorará su proyección de crecimiento para España. Veremos.

ASUNTO INTERNO

En todo caso, la maquinaria económica entre los dos países está bien afinada y el Tratado de Libre Comercio en preparación entre EEUU y la Unión Europea abre mayores esperanzas. Por eso chirrió que el presidente del Gobierno metiera la cuña de la independencia de Cataluña en su breve comparecencia con Obama ante la prensa. La Casa Blanca, que ya debe de tener puntual información sobre la política española, no abordó la cuestión --considerada, según los cánones de la política internacional, como un tema interno-- y tampoco parece preocuparle. Las relaciones bilaterales y las crecientes inversiones norteamericanas en España no parecen sugerir muchos temores sobre "la estabilidad política y la incertidumbre" a las que se refirió el jefe del Ejecutivo cuando afirmó con rotundidad que la independencia "no se va a producir". Dar esa carta de naturaleza pública a un conflicto interno envía señales equívocas a todos aquellos que piensan en España y en Cataluña como un lugar seguro y fiable con el que trabajar.