Aunque el tiempo provoca que casi todo se olvide, no debe de borrarse de la memoria ciudadana que muchos de los escandalosos retrasos en infraestructuras que hoy arrastra la ciudad de Zaragoza, lo del resto de Aragón ya es para llorar, se debe a la inanición de los años de alcaldía de Luisa Fernanda Rudi, afortunadamente amortizada, espero que de modo definitivo, para la política aragonesa. Su sucesor, el hacendoso José Atarés, intentó hacer en tres años lo que Rudi no había realizado en cinco, y, claro, no llegó a tiempo. El actual alcalde, el señor Belloch, ha apostado muy fuerte por conseguir para Zaragoza la Expo 2008 y gracias a ella dotar a esta ciudad de las infraestructuras que hace tiempo demanda. Y así, entre unas cosas y otras, enfrentados por cuestiones de competencias tirios y troyanos, las obras han marchado despacio y sin coordinación. En las últimas semanas el nuevo responsable de Zaragoza Alta Velocidad, el recuperado Andrés Cuartero, asegura que estos retrasos los arregla él en un santiamén. Experiencia en ello, desde luego, tiene, pues no en vano es quien se inventó el edificio Pignatelli, que presentó como la restauración de un inmueble histórico aunque en realidad fue en su mayor parte una obra nueva, lo cual supuso generar una serie de problemas en el funcionamiento del edificio que ahí han quedado para siempre. Ojalá haya aprendido de aquel error y ahora tenga éxito, y el fiasco de la estación y de sus alrededores se solucione. Y entre tanto, la DGA de vacaciones, como debe ser.

*Profesor de universidad y escritor