Cada vez que el secretario de Defensa, Javier Jiménez-Ugarte , amplía detalles sobre la repatriación de los cadáveres de los 62 españoles muertos en el accidente del Yakolev en Turquía, crea mayor confusión entre la opinión pública y más dolor en las familias de las víctimas. Ahora se ha sabido que las autoridades turcas enterraron por su cuenta y riesgo los restos humanos hallados diez días después de que ocurriera el accidente. Para esa fecha los militares españoles y los miembros de la tripulación ya habían sido enterrados, por lo que resultaba prácticamente imposible la identificación de los restos hallados. Probablemente la medida adoptada por las autoridades turcas fue la más lógica y la más digna, porque no hay que dudar que los restos se enterraron con absoluto respeto. Pero es otra vez la ocultación de datos lo que genera desconcierto y dudas sobre si el proceso de repatriación e identificación de los militares españoles fue el más correcto.