El fuego olímpico llegó a Madrid procedente de Londres y paseó por sus calles el mensaje de la fraternidad y la unión de los pueblos a través del deporte. A lo largo de su itinerario madrileño, la llama cambió de portador cada 300 metros; a su vez, cada atleta lució una antorcha diferente, que por 50.000 pelas podía quedarse en propiedad. Antorchas de paz y concordia (a 300 euros; eso sí) en la Castellana y en Cibeles, en la Gran Vía y en la plaza de España, en la plaza Mayor y en el paseo del Prado. Y cuando el fuego alcanzó la puerta de Alcalá, el príncipe de Asturias, allí emplazado, prendió el pebetero. Y Madrid, aún conmocionada por el 11-M, se relajó con el fenómeno olímpico y proclamó a los cuatro vientos que quiere ser sede de los Juegos de 2012.

Desde la puerta de Alcalá la llama viajó al Fórum de Barcelona; luego a Italia. Destino final: Atenas. Ojalá hubiera podido detenerse, siquiera unos instantes, en ZH20. Agua y fuego para la candidatura zaragozana a la Expo 2008, la particular olimpiada del Ebro y de Aragón; candidatura que ahí está, sólo pendiente del último y definitivo empujón. Qué nervios hasta diciembre.

*Doctor en Medicina y radiólogo