Antes que nada, quiero que sepan que la que suscribe de salir fuera estos días, nada de nada. No me gustaron nada las palabras de la consejera de Sanidad, Sira Repollés, cuando hablaba de la Semana Santa. Eso de que sabía con certeza que a la vuelta de Pascua el panorama sanitario empeoraría me dejó noqueada, no por la revelación en sí, que solo hace falta echar la vista atrás para ver lo que ha ocurrido después de los no Pilares, la Navidad a medias, y los findes largos. Me noqueó que se asumiera con tanta naturalidad lo que iba a ocurrir siendo que en Aragón la vacunación avanza al paso de la hormiga.

El Viernes Santo nos desayunamos con que Aragón vuelve a estar en riesgo máximo. Qué raro. Se interesa una por ver cómo está el patio en el resto de España y el panorama es que en todas las comunidades ha empeorado la situación: Navarra, La Rioja, Cataluña, Madrid, Asturias, Ceuta, Melilla, Galicia… Si se fija la mirada en el resto de Europa parece que volvemos a la casilla de salida. Francia, confinada cuatro semanas, con una incidencia de 700 casos por cada 100.000 habitantes; Italia, declarada área roja, con más de 200 casos, aunque ha estado por encima de 500; Alemania, que parece estabilizarse tras comunicar más de 20.000 contagios diarios; Polonia, que lleva varios días superando los 30.000 contagiados al día…

Escucho al virólogo español Daniel López Acuña, que recomienda no bajar la guardia con las medidas restrictivas porque advierte que aumentarán los contagios ya que el ritmo de vacunación es lento. A su homólogo alemán Christian Drosten, que insiste en que la actual situación solo será controlable si se aplica la fórmula del «mazo», es decir del confinamiento. Y recuerdo que Fernando Simón habló de que en España la cuarta ola podría ser una «olita»... y ya veo la marejada.

Todo esto lo aderezo con el debate sobre las mascarillas. ¿Quién se acuerda de aquellos días en que se afirmaba que el tapabocas no era necesario para luchar contra el virus? Bueno, pues ahora hay que llevarla hasta en la playa. Sí, mascarillas en la playa, sí, pero en la Comunidad Valenciana; en Baleares, por ejemplo, no es obligatorio si se cumplen las medidas de distanciamiento. Para entrar al agua, en ningún sitio, entre otras cosas porque nos han machacado diciendo que si se humedece pierde efectividad. Pero, resulta que si vas a hacer escalada o rafting al Pirineo la tienes que llevar sí o sí, incluso para saltar a una poza.

Qué decir de los confinamientos perimetrales. Conozco a gente que viaja de norte a sur y de sur a norte sin ninguna fuerza mayor que lo justifique. Pero sí se pueden burlar los cierres si es para viajar al extranjero. Cuestión no baladí si se tiene en cuenta que desde allende las fronteras podríamos ir a Canarias sin ningún miramiento porque nos avalaría la Unión Europea. Ya saben, hay que permitir el libre desplazamiento de sus ciudadanos.

He sido y soy respetuosa con las normas establecidas, pero estoy harta de tanta incongruencia y tanta tomadura de pelo. Estoy casi convencida de que, a diferencia de en los países anglosajones, en España es Día de los Inocentes todo el año.