El consejero de Sanidad, Ricardo Oliván, dice ufano que ha logrado un ahorro de 180 millones de euros en su departamento desde que está al frente del mismo. Lo grave es que la cifra la acompaña del comentario de que ese recorte no ha afectado al paciente. En la calle, los usuarios de la sanidad pública tienen otra percepción. Pero él sigue vendiendo su gestión como si fuera en favor del bien público y, además, menos onerosa. Y no es así. Curioso que también saque pecho por haber incrementado un 25% las intervenciones públicas y, sin embargo, sea incapaz de ofrecer las listas de espera.