La muerte de Luis Sepúlveda ha conmocionado y conmovido a la familia literaria. Durante su largo mes de agonía en un hospital de Oviedo hemos recordado a diario su calidez y carisma.

Nadie escribía como él ni estuvieron nunca a la altura de las suyas nuestras anécdotas e historias porque Lucho era un formidable narrador oral, un chamán en la selva de palabras bebiendo en arroyos secretos, fuentes primigenias de su literatura moderna y ancestral a un tiempo. Ángel de la Calle, José Luis Acín, Alfonso Mateo—Sagasta, Víctor Andresco, Daniel Mordzinski, Sergio Ramírez… tantos y tantos colegas a quienes nos regaló su arte, su tiempo y su aventura vital lloramos hoy con su mujer, Carmen Yáñez, frente a una página en blanco donde se refleja su rostro. Sirva nuestro homenaje para mantener su obra a salvo del olvido y proseguir las nuestras habiendo asimilado sus sabias y alegres enseñanzas. Siguiendo su magisterio y ejemplo volveremos a las calles, a las bibliotecas y universidades, a los institutos y ferias con nuevas novelas, ritos de la fantasía e imaginación en honor del gran Sepúlveda.

No lo haremos, no podremos hacerlo, por desgracia, el próximo 23 de abril, en el tradicional Día del Libro. Pero no importa. Lo que de verdad importa ahora es no olvidar el camino recorrido, no tanto para regresar por él sino para seguir teniendo presente hacia donde nos dirigíamos. Estoy convencido de que César Muñío, al frente de los libreros, sabrá movilizar a editores y autores para mantener, aunque sea más adelante, esta fecha esencial en el calendario cultural de Aragón. Siempre es importante, pero más hoy, no olvidar nombres ni celebraciones.

A propósito: se cumplen 30 años del pabellón Príncipe Felipe. Tres décadas de deporte y cultura a muy alto nivel. Grandes títulos, inolvidables partidos y conciertos, los mejores espectáculos…

Calidad, prestigio, una seña de identidad. Su equipo de gerencia, con José Antonio Martín Espíldora, había preparado un programa repleto de sorpresas, pero asimismo tendrá que esperar. No así nuestro reconocimiento y felicitación por el trabajo bien hecho.