El rey Felipe VI preside hoy el acto testimonial organizado por Opel en Figueruelas con motivo de la fabricación de un nuevo modelo, el Mokka, después de que hace un año la compañía automovilística eligiera la planta aragonesa para su montaje. Cualquier avance en Opel representa una gran noticia para Aragón, por pequeño que sea, pero en este caso la llegada del Mokka es solo el comienzo de una etapa de crecimiento y de grandes expectativas para una planta que hace apenas una década debatía su futuro con incertidumbre. Después del pequeño todoterreno urbano vendrán otros dos modelos remozados, el Corsa y el Meriva, ya conocidos en la factoría, y el Citröen C3 Picasso, fruto de los acuerdos entre el gigante estadounidense General Motors, propietario de Opel, y el grupo francés PSA. Será en 2016 cuando la planta pueda alcanzar de nuevo el pleno rendimiento, superando los 400.000 vehículos anuales.

Quedan atrás esos años de zozobra por la crisis del mercado automovilístico coincidente con las amenazas de deslocalización y con la bancarrota del grupo matriz tras el crash financiero del 2008 que amenazó con su desaparición hasta que fue saneado y recapitalizado. La llegada del Mokka ha dado la vuelta a la tortilla. Se trata de un ejemplo de deslocalización inversa, puesto que se trata de un modelo que hasta ahora solo se ensamblaba en Corea. Es un vehículo con gran demanda en Europa que recupera estandares de GM y de Opel, como la fiabilidad, el diseño y la eficiencia, que habían quedado desdibujados en la errática década pasada. Y, además, pone de relieve las capacidades de la planta zaragozana, productiva y competitiva gracias al buen clima entre dirección y trabajadores y a los últimos avances tecnológicos, logísticos y energéticos.

Opel es sinónimo de riqueza para Aragón, al representar un tercio de las exportaciones de la comunidad y dar empleo de calidad a más de 20.000 trabajadores entre la planta de GM y los fabricantes de componentes. Datos que invitan a sumarse a las celebraciones de hoy, al tiempo que deben servir para que las autoridades públicas y el sector financiero aragonés vean en el reverdecimiento de Figueruelas el acicate para mantener la apuesta por una economía diversificada. Es ahora, con la compañía recobrando el ritmo, cuando hay que ocuparse de empujar y ayudar a otros sectores a seguir su ejemplo.