El desafío de los sindicatos de Opel al abandonar la negociación del nuevo convenio en Figueruelas fue respondido con inusitada dureza por el grupo PSA, que paraliza las inversiones asociadas al nuevo Corsa y amenaza con eliminar una de las líneas de producción. Es un mazazo a la viabilidad de la planta, y tanto la dirección de la principal industria aragonesa como los trabajadores mostraron ayer su honda preocupación. El propio presidente de la firma, Antonio Cobo, se dirigió individualmente a cada empleado con una carta en la que calificó la situación de «extrema gravedad».