Lo de Opel se veía venir. Cuando se vislumbran orillas de mayor rentabilidad y menos esfuerzo, el barco multinacional suelta amarras. Deja atrás lo que hubiera, lo que tomó y lo que trajo. Ahora son 600 empleos directos y muchos auxiliares y luego serán más. El proceso de llama deslocalización y ahora nos perjudica, igual que en tiempos nos benefició, cuando deslocalizaron plantas de la Europa desarrollada para traerlas a España. Es un proceso lógico que emana del estómago de la bicha, un sistema económico depredador e inhumano, aunque no esté de moda decirlo, llamado capitalismo. Eso que llaman flexibilidad otros lo llamamos explotación, precariedad y abuso. Tampoco debemos esperar ser simples piezas de un engranaje económico en el que no decidimos, toda la vida en un puesto asalariado, no se puede santificar la cultura laboral del dejarse llevar; no se puede basar el desarrollo de una comarca en un sólo camino. Debemos exigir derechos laborales y justicia en todo el mundo y no caer en la trampa de la xenofobia económica. Los conquistadores del dinero son avezados oteadores de la injusticia y ahí donde la ven, ahí se asientan, para gozar de sus ventajas bajo el nombre de inversión. *Periodista