El Ayuntamiento de Zaragoza anunció ayer el asfaltado de 123 calles de la ciudad, entre las que se incluyen algunas de las principales arterias, en una operación que se extenderá a todos los distritos e incluso a los barrios rurales. Puede parece un proyecto menor, pero dado el deterioro que presentan cientos de viales de la ciudad es muy pertinente.

Atrás queda la etapa de crecimiento inusitado de Zaragoza, que desde principios de siglo ha visto cómo se cerraban sus tercer y cuarto cinturón de ronda, se transformaba su perfil ferroviario con la llegada del AVE y la construcción de la estación de Delicias, se urbanizaba el meandro de Ranillas con motivo de la Expo o se vivía una expansión inmobiliaria sin precendentes con los nuevos barrios de Parque Goya, Valdespartera y Arcosur. Los futuros desarrollos urbanísticos deben quedar hoy aparcados, subordinados a una cruda realidad económica que los limita. Deben ser relegados también por sentido común, porque las demandas ciudadanas ya no van hoy por ese lado. La capital aragonesa ha dado un notable empujón con la mencionada expansión concatenada en apenas una década, pero hoy es hora de disfrutarla, y para ello se necesita mantenerla limpia, ordenada y con calzadas y aceras plenamente transitables.

Cuando el dinero le llegaba a la administración gracias al maná de los convenios urbanísticos, de las permutas o de las recalificaciones, hablar de asfaltar calles, de sustituir arbolado enfermo, o de adecentar algún pequeño parque de un rincón de la ciudad, parecía una pérdida de tiempo. Se calificaba a estas intervenciones de microurbanismo, con retintín de inferioridad. Hoy, tal y como está la ciudad vivida, el centro y los barrios tradicionales, es evidente que el ayuntamiento debe volcar sus esfuerzos precisamente en estas tareas de mantenimiento, adecuación y adecentamiento.

La crisis se ha llevado por delante proyectos que permitían a Zaragoza seguir creciendo, pero lo que realmente preocupa hoy a los ciudadanos no es expandirse, sino salir a la calle y ver su ciudad bien acondicionada. Con las calles sin baches y las aceras con las baldosas en su sitio, con los parques limpios y los equipamientos listos para ser utilizados. Cerca de seis millones se destinarán a esta operación asfalto y a la renovación integral de tres viales, pero el año que viene deberían ser más.