La movida diplomática de Erdogan con Holanda sería menor o no sería de ser el presidente turco un mayor y mejor demócrata de lo que está demostrando ser. En especial, desde el reciente golpe de Estado, de cuya asechanza, en vez de como víctima, ha salido victorioso; tanto que le ha servido para depurar el ejército, la magistratura, la universidad y todos aquellos elementos de la sociedad turca considerados conspirativos, sediciosos o contrarios a su régimen. Para borrar cualquier otra pista, Erdogan, maestro en el mundo del espionaje y la intriga, se apresuró a señalar al clérigo Fethullah Gülen como inspirador y organizador del complot para derrocarle y tal vez asesinarle. ¿En serio? ¿De verdad un clérigo de avanzada edad, refugiado en Estados Unidos, y controlado por el FBI y la inteligencia turca, fue capaz de organizar una revuelta armada a quince mil kilómetros?

Eric Frattini piensa que no, y así lo ha escrito en su último libro, Manipulando a la historia (Temas de hoy), en el que se repasan numerosas operaciones que el autor denomina acertadamente «de falsa bandera»,

Desde la explosión del acorazado Maine en el puerto de La Habana, que sirvió a Estados Unidos para arrancar a España sus últimas colonias y expandir su imperio, y a Hearst para crear el suyo con la prensa a los recientes conflictos relacionados con el radicalismo islámico, Frattini nos invita a levantar los velos de la historia del siglo XX y a contemplar la realidad de un pasado aún muy reciente con ojos más escépticos, críticos, con la mirada de la verdad.

En su ensayo, Frattini recuerda que grandes manipuladores como Stalin recomendaban el uso del terror como panacea para la obediencia política. «La forma más fácil de obtener el control de una población es llevar a cabo actos de terrorismo. La población reclamará la imposición de leyes restrictivas si su seguridad personal se ve amenazada». Goering coincidía totalmente con Stalin: «Todo se limita a arrastrar a la gente donde quieres. Es fácil. Tienes que decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas por falta de patriotismo. Funciona de la misma forma en cualquier país».

Más operaciones «de falsa bandera». ¿Quién estará tras los ataques cibernéticos de ISIS a Occidente? ¿Los rusos?, apunta Frattini, perfecto conocedor de los métodos de Putin y el espionaje ruso.

¿Volvemos a la guerra fría?