La calle D. Jaime I ya se ha abierto para determinados vehículos --a los autobuses se abrirá el martes-- y las opiniones de usuarios y comerciantes son dispares. De entre todas las apreciaciones destacaba --al margen de la estética y de otras reformas que podían haberse abordado-- la inseguridad que genera en los peatones una plataforma única y sin semáforos. Un planteamiento idéntico al que se hacía con el tranvía en el Coso y que, afortunadamente, ha resultado ser infundado. Es lógico que los primeros días haya despistes y sustos, pero es cuestión de urbanidad y civismo. Todo inventado.