El Ebro se desborda, Monrepós se hunde. Donald Trump ataca Siria, los misiles surcan el Mediterráneo y el mundo tiembla, contando los años, meses, semanas, días, horas que restan para la guerra nuclear, que será la última. En medio de tanta tensión ambiental y estrés conviene someterse a una cura urgente de relajación. Encuentro el tratamiento, que es nuevo, en la consulta del doctor Alarcón.

No es una consulta, propiamente dicha, sino una novela titulada La ordenada vida del doctor Alarcón, escrita por Tadea Lizarbe y publicada por HarperCollins en clave de thriller sanitario, con médicos, enfermeras, pacientes y crímenes de fondo. Esta tarde se presentará en Zaragoza, en FNAC.

Su autora, que es navarra, y muy joven (1988) trabaja como terapeuta ocupacional en Salud Mental y monitora de Psicobasket para niños con discapacidad intelectual. Su primera novela, Comiendo sonrisas a solas, tuvo mucho éxito y recibió elogios por su sorprendente frescura. En su segunda entrega, Tadea Lizarbe profundiza en esas características y en una serie o saga de nuevos personajes.

Entre ellos, el doctor Alarcón que da título a la trama y que ciertamente es un personaje singular. Uno de esos caracteres que se quedan en la memoria por su trazo fuerte, grueso, y a la vez sutil. La autora combina la narración en tercera y primera personas para facilitar al lector el ingreso al mundo alunado, obsesivo, inquietante, de un médico que en sus horas laborales, en la consulta, en el quirófano, diagnosticando o interviniendo destaca por su capacidad profesional, pero que luego, en los órdenes humanos, en las relaciones amorosas, sexuales, sobre todo, es incapaz de anudar o establecer intercambios afectivos, tocado, como parece estar, muy al fondo de su conciencia, por un desequilibrio profundo de causas que irán desvelándose a medida que se complica la trama.

Que se lee de tirón, no en vano la prosa de Tadea Lizarbe es ligera, funcional, adecuada a la historia. y logra captar en seguida la atención del lector.

Para excitar su curiosidad, la autora, hábil constructora de historias, utilizará el trasfondo de un crimen cometido en el entorno de una situación de malos tratos, haciendo desde allí un guiño a la novela negra, aunque La ordenada vida del doctor Alarcón no debería ser considerada tal. Mejor, como lo que simplemente es, una buena novela.