Por decisión judicial, el Gobierno de Aragón habrá de gestionar en exclusiva el parque nacional de Ordesa y Monte Perdido, una responsabilidad medioambiental a la que será preciso dar la mejor respuesta. Ordesa, el reducto por excelencia de la naturaleza pirenaica, estará en nuestras manos, y hay que esperar de ello no sólo la continuidad de los actuales niveles de protección en dicha zona sino incluso su mejora. Para empezar, sería factible ampliar el parque y desarrollar nuevos medios e ideas destinados a combinar su preservación con su uso turístico.

Ordesa es hoy el principal activo del Pirineo aragonés. Visitados por seiscientas mil personas al año, aquellos impresionantes parajes tienen un enorme valor medioambiental y paisajístico, pero además son un recurso económico de gran importancia. Por eso es necesario perfeccionar su protección y asegurar que permanecerán intactos durante generaciones. La gestión autonómica debe ser un acicate para ello y ha de permitir que las poblaciones próximas, los visitantes y la propia guardería del parque mimen ese tesoro que ahora es más suyo que nunca.

Ordesa constituye todo un reto para la administración aragonesa. Un test altamente significativo.