La ola de antirracismo que recorre USA debería invitarles a reflexionar sobre su propia historia, o a conocerla un poco mejor. Muchos de los bisabuelos, tatarabuelos, antepasados de los manifestantes de Black Lives Matter se vieron involucrados de una manera u otra en guerras de aniquilación o tráfico de esclavos y otras lacras derivadas del colonialismo y las filosofías supremacistas que han ido erigiendo el orgullo blanco, wasp, de los yanquis puros, en cuya pira ardieron cientos de miles y seguramente millones de indígenas a lo largo de la llamada Conquista del Oeste.

Entre ellos, un número nada desdeñable de comanches. Pueblo ciertamente legendario, que llegó a ser nación, imperio, pero reducido hoy por sus conquistadores a una caricaturesca supervivencia en las reservas, presa su comunidad del alcohol, las drogas y la ausencia de perspectivas. ¿Quién los recuerda, quién sabe nada de ellos?

El que parece saberlo todo es Pekka Hamalainen, cuyo ensayo El imperio comanche replantea los movimientos migratorios del siglo XVIII, con los españoles dominando las fronteras del actual sur de USA, de California al Misisipi. Fue un oficial español, De Rivera, quien por primera vez, en 1706, oyó hablar de los komantsi (enemigos) como una nueva amenaza contra los asentamientos apaches y ute. Los españoles habían llegado a acuerdos sobre los límites de la Apachería y trataban de seguir avanzando y asentándose en la costa oeste cuando la irrupción de los comanches frenó su expansión e hizo replantearse al virreinato de Nuevo México sus objetivos y guarniciones militares. Hamalainen no comparte la visión de los historiadores norteamericanos, que suelen despreciar la colonización española, y a sus protagonistas.

Los españoles mantuvieron con la Comanchería una relación de pactos. La aniquilación de los comanches se produjo a partir de 1850, a manos del Ejército confederado y colonos norteamericanos. Los fusiles, el soborno, el ron, la viruela y la Biblia fueron las armas para despojarlos de sus tierras y desalojarlos de la historia. Hollywood los redujo a cazadores de cabelleras e inventó el western para justificar su extinción. Para que nos vengan con leyendas negras…