El oso 'Cachou' ha muerto en los Pirineos. La causa no está clara y se va a abrir una investigación. El Juzgado de Viella ha decretado el secreto de sumario para investigar si fue, según temen los ecologistas, envenenado. Junto con 'Goiat', otro depredador muy activo en el Pirineo aragonés, 'Cachou' había protagonizado ataques a colmenas, yeguadas y rebaños. Los ganaderos exigen la retirada de estos ejemplares procedentes de Eslovenia y readaptados a la cordillera pirenaica mediante un programa apoyado por Cataluña y Francia, al que se oponen Navarra y Aragón. La nueva población de oso pirenaico asciende a medio centenar. 'Sarousse', 'Claverina' o 'Neré' son otros individuos que han provocado ataques (ninguno a seres humanos). Su convivencia con los ganados que pastan en altura es utópica. En Hecho o Gistaín se acumulan denuncias y reclamaciones. No es fácil que osos, hombres y ganados compartan una misma naturaleza.

Pero más difícil era la vida de la osa 'Nicolasa' y el oso 'Juan' en el centro de Zaragoza. En 1965, el alcalde Gómez Laguna proyectó un zoológico en los Pinares de Venecia. Como anticipo, instaló un mini zoo en el parque Bruil. En aquellas jaulas de diez metros cuadrados el enorme oso 'Juan' no se ponía en pie sin pegarse con el techo. Por falta de espacio, devoraba a sus cachorros tras los partos de Nicolasa. En las otras jaulas hubo leones, zorros, mandriles y un jabalí. Este se hizo tan grande que no cabía en su zulo y allí mismo, en el parque Bruil, se le dio suelta en una improvisada cacería, siendo abatido y su carne servida a los ancianos de la casa de Amparo. Los leones y monos murieron de raquitismo y diversas enfermedades.

El oso 'Juan' expiró en horrible agonía. 'Nicolasa' los sobrevivió. Con uno ojo reventado por un perdigonazo y la piel tiñosa dormitaba semanas enteras o daba locas vueltas en su asquerosa jaula comiendo las inmundicias y apagando las colillas que los desaprensivos le arrojaban. En 1984 el Ayuntamiento de Zaragoza decidió cerrar aquel horror. Buscaron destino a 'Nicolasa', pero ningún zoo la quería, hasta que fue aceptada en Rioléon Safari, donde sobrevivió dos años en relativa libertad.

Todavía me estremezco al recordar su tuerta mirada, aquel pozo de odio y locura.