Muchos lectores se preguntarán por qué una abrumadora mayoría de analistas de la comunidad coinciden en señalar que el nuevo curso político es decisivo para los intereses y el futuro de Aragón y, particularmente, de Zaragoza. Al fin y al cabo, todos los años hay vacaciones y en septiembre, tras el descanso anual, se produce un proceso similar de formulación de intenciones para los próximos meses y de presentación de presupuestos para el año siguiente. Pero es cierto que este otoño del 2004 está llamado a ser crucial porque se dan unas circunstancias absolutamente novedosas. Asuntos de Estado, como las inversiones tantas veces prometidas o el papel de la comunidad en el nuevo modelo territorial, o temas mucho más concretos, como la inminente resolución de la carrera por la Expo 2008, se solaparán en las primeras páginas de los diarios en los próximos cien días. Sin olvidar otras cuestiones no menores como la subida de impuestos, segura y severa en el caso del Ayuntamiento de Zaragoza y probable en el caso autonómico si existe un acuerdo nacional al respecto para solucionar el déficit de la sanidad.

Tras meses de auténtica incertidumbre, con desencuentros permanentes entre los gobiernos aragonés y central y sin el rodaje suficiente para la coalición PSOE-CHA en el consistorio zaragozano, este final del 2004 debe ser el de la confirmación de los grandes proyectos de Aragón y de su capital. En los presupuestos generales del Estado habrá que ver si se convierte en realidad el anhelado deseo de Marcelino Iglesias de que el Gobierno central perciba que la comunidad que preside es un espacio de riqueza y seguridad por el que conviene apostar. Mitigado ya el efecto inflacionista del AVE en los presupuestos, que elevó la inversión estatal en Aragón en una obra muy interesante para la región pero cuyo impacto trasciende las fronteras de nuestra región, ha llegado la hora de que se mantengan altas ratios inversoras en otras infraestructuras. Y al Ministerio de Fomento le sobra dónde elegir, como bien sabe el secretario de Estado Víctor Morlán: autovía Pamplona-Huesca-Lérida, desdoblamiento de la N-232 por el valle del Ebro, aceleración de plazos del Eje Zaragoza-Teruel, cierre del Cuarto Cinturón de Zaragoza... por citar sólo los sangrantes ejemplos carreteros. La lista sería interminable si añadiéramos asuntos ferroviarios o hidráulicos, cuestión ésta última en la que antes de reclamar estamos obligados a consensuar internamente.

Pero tampoco hay que dejar de lado otro debate en el que Aragón, con su presidente a la cabeza, no puede esconderse: el nuevo modelo de Estado. Aquí sabemos lo que queremos, y basta con echar un vistazo a la hemeroteca y recordar desde los discursos oficiales del 23 de abril reclamando que el Senado se convierta en una cámara de representación territorial hasta el pronunciamiento unánime de las Cortes de Aragón en la ponencia de autogobierno que pide la reforma del Estatuto y el pleno desarrollo competencial. Sin olvidar planteamientos más radicales como el del vicepresidente autonómico, José Angel Biel, abogando en discursos y artículos de prensa por exigir incluso en los tribunales el convenio bilateral de financiación al calor del tan manoseado y nunca aplicado artículo 48 del Estatuto de Autonomía aprobado en el Congreso en 1996. En el debate abierto con el nuevo modelo territorial, Aragón no puede quedarse sentado a verlas venir mientras una parte importante de la ciudadanía observa cómo se busca protagonismo desde las autodenominadas comunidades históricas --Cataluña o Euskadi-- hasta las que se sirven de las estadísticas de PIB o renta per cápita para sentirse permanentemente agraviadas --caso paradigmático de Extremadura--, con el objetivo de viciar los debates a su favor y mientras otras regiones parecen obligadas a callarse o en el mejor de los casos a gritar en el desierto de la incomprensión.

Siendo clave para el desarrollo de Aragón tanto el presupuesto estatal del 2004 como la posición de nuestro parlamento y nuestro gobierno en el nuevo debate territorial o la búsqueda de un acuerdo hidráulico de mínimos que marque el horizonte de los próximos años, lo más inmediato no deja de ser acuciante. El tándem Juan Alberto Belloch-Antonio Gaspar que dirige la ciudad de Zaragoza ha de tomar ya decisiones que se han ido dilatando durante su primer año de mandato. Hay casos paradigmáticos donde conviene actuar con determinación, y dos de ellos son especialmente significativos. Tanto el proyecto de Romareda como el desarrollo de las obras complementarias a la llegada del AVE a la ciudad han de desarrollarse de inmediato. Fue un acierto paralizar la propuesta del PP para el nuevo estadio, pues la operación era netamente especulativa, pero cuando parecía despejada la solución al problema con la propuesta de Chunta para reconstruir el campo en su ubicación han comenzado a surgir nuevas dudas. Las voces críticas del presidente del Real Zaragoza, Alfonso Soláns, que hasta ahora había permanecido callado, o del director general de Deportes del Gobierno de Aragón, Pedro García Villamayor --curiosamente uno de los dos miembros de la Ejecutiva regional del PSOE designados directamente por el alcalde Belloch en el último y reciente congreso regional del PSOE--, provocan cierto desasosiego. La ciudad no puede estar permanentemente reabriendo los debates y posponiendo las decisiones cuando ha quedado claro que La Romareda es hoy inservible.

El caso de las obras complementarias del AVE, que debe desarrollar una sociedad tripartita formada por el Gobierno central, el aragonés y el ayuntamiento, también es preocupante. Literalmente, se ha tirado a la basura año y medio desde que en la primavera del 2003 entrara en funcionamiento el nuevo tren. A estas alturas, no se sabe aún qué se va a hacer en los suelos liberados de El Portillo, ni qué ocurrirá con el Museo del Ferrocarril, ni cuando comenzará exactamente la construcción de la ronda del Rabal y el puente del Tercer Milenio, ni cuántos pisos habrá que construir para financiar parte importante de algunas de estas obras. El convenio que se firmó en el 2002 está absolutamente rebasado y de una vez por todas hay que ponerse las pilas y comenzar a trabajar, como reclama el nuevo responsable de esta sociedad pública, Andrés Cuartero. Con la candidatura de la Expo como telón de fondo, conviene no perder ni un día más.

En este somero análisis del inicio del nuevo curso podrían incorporarse otros elementos que no harían más que corroborar esa percepción al principio apuntada sobre la importancia de los próximos meses.

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