A estas alturas, y ya lo señalábamos hace años, parece más que evidente el Patio de Monipodio en que se ha convertido la CAI (de paso, atentos a acontecimientos en alguna que otra Caja más). Esta entidad, haciendo del dinero de todos un sayo, con el silencio interesado de los partidos políticos, realizó un sinfín de calamitosas operaciones que han dejado magníficos dineros en muchos bolsillos. Alguno de los desmanes perpetrados se solventará en sede judicial ( --tiéntense las ropas--). Pero ¿cuándo, si la decencia política existe, se creará una comisión de investigación en las Cortes aragonesas? Al día de hoy, en esa casa del dolce far niente, no lo estiman necesario. ¿Por qué? Cabilen y piensen lo que quieran que a lo mejor aciertan. Y no olviden que tampoco andan muy ligeros a la hora de crear la que deberá analizar el trapicheo de Plaza, tufillo y politiqueo también supurando por doquier. Los ciudadanos estamos hartos, no de la política, ni de quienes creyendo en ella dedican tiempo a sustanciar ideas y propuestas que ayuden al común. Estamos hartos de las cúpulas, de esos individuos que con el voto ganado una vez cada cuatro años hacen lo que les viene en gana. Acaso deberíamos plantarnos ante el Palacio de la Aljafería y siguiendo el ejemplo del honorable ciudadano Antonio Aramayona, exigir luz y taquígrafos o que se vayan a casa y se apunten a las listas del paro. Es imprescindible luchar para que surja otra clase política que sintonice con las aspiraciones de verdad, honradez y ética. Profesor de universidad