Uno de los problemas de nuestra democracia es el síndrome del «electoralismo». Para Enrique Gil Calvo en su libro Comunicación Política. Caja de Herramientas, el electoralismo surge de la perversa inversión de los fines por los medios. Las campañas electorales, que eran un medio para seleccionar los gobiernos más competentes y eficaces, se han convertido en un fin en sí mismas y son eslabones de una cadena interminable: la de una campaña electoral permanente. Por el contrario, los gobiernos electos, que tendrían que gobernar de acuerdo con un programa político, son un medio puesto al servicio de la campaña electoral permanente. Cada acto de gobierno se presenta como un spot de propaganda electoral para potenciar la tensión, y así movilizar a sus electores y desactivar a los rivales. Antes solo ocurría esto al final de la legislatura, cuando había que diseñar la próxima campaña electoral, ya que, en los primeros años, la gran preocupación era la de gobernar. Ahora no. Se gobierna en clave electoral.

Vorágine electoral

Ahora mismo estamos inmersos en plena vorágine electoral en toda España, ya que Madrid es clave, como señaló Antonio Machado: «Madrid, Madrid, ¡qué bien tu nombre suena / rompeolas de todas las Españas! / La tierra se desgarra, el cielo truena, / tú sonríes con plomo en las entrañas».

Se ha impuesto una realidad política, la hemos visto ya en las últimas elecciones catalanas del 14-F y no hay indicios que ocurra de otra manera en la Comunidad de Madrid (CM) tras el 4-M, que las elecciones no las gana el mejor candidato, ni el mejor programa, ni la gestión más positiva. En tiempos de un tribalismo político, las gana aquel que tenga la capacidad de movilizar con más fuerza a su tribu ideológica.

El mismo día de la disolución de la Asamblea de Madrid y la convocatoria de las elecciones para el 4-M, la mayoría de los medios indicaron ya que, según tres sondeos, la futura presidenta de la CM sería Isabel Díaz Ayuso (IDA). ¡Qué rapidez en los sondeos! ¿Qué empresas los han realizado? ¿Para qué medios? Las encuestas no se diseñan para informar a la ciudadanía sino para influir en los resultados. El bombardeo constante y compulsivo de encuestas se hace para que nuestra atención esté donde ellos quieren y lo seguirán haciendo hasta que votemos bien, es decir, lo que ellos quieren. Luego las tertulias las debatirán con fruición. El papel de las encuestas en la democracia merecería varios artículos.

La pregunta ofende

¿IDA es la mejor candidata? La pregunta ofende. Podemos compararla con Ángel Gabilondo, Pablo Iglesias o Mónica García. Los partidos deberían ser más escrupulosos a la hora de seleccionar a sus candidatos en función de su formación, capacidad, mérito y, sobre todo, de sus valores éticos. ¿IDA lleva el mejor programa? Es el neoliberalismo puro y duro. Ataque al Estado de bienestar, mediante privatizaciones. Rebajas de impuestos a las clases privilegiadas. ¿IDA ha gestionado positivamente la pandemia? Los datos están ahí, en proporción a su población más contagios, más muertes que en el resto de España; y las residencias convertidas en morgues. IDA no es culpable de nada. Ataca a los rivales políticos, escurre el bulto con una mano mientras busca bronca con la otra. Madrid vive en una burbuja informativa creada por los medios capitalinos, encabezados por los Herrera, Quintana, Griso, Herrera, Marhuenda e Inda, hasta el punto de que el Hospital Isabel Zendal es un referente de la medicina mundial.

Lo que sí ha conseguido IDA es movilizar a su tribu a base de eslóganes, primero Socialismo o libertad y luego Comunismo o libertad. No necesita más. De verdad, resultan grotescos y surrealistas. ¡Qué manera de pervertir hoy algunos la palabra libertad! Una palabra tan sublime y de tanta altura moral algunos la ensucian, cuando salen iracundos a las calles en coches de lujo y con cacerolas a reclamarla y unos políticos la usan como señuelos electorales. ¡Que sabrán ellos qué es la libertad! Como dijo el filósofo francés Hipólito Taine: «Nada hay tan peligroso como una idea grande en cerebros pequeños». Su concepción de la libertad es la de los privilegios, sus privilegios. Su libertad de elección de centro educativo es para que sus hijos no compartan pupitre con emigrantes, ni gitanos, ni acnés. Su libertad económica es para que no les obliguen a pagar impuestos ni a cumplir una legislación laboral. Su libertad consiste en «Déjame hacer lo que yo quiera», «¿Y quién te ha dicho que quiero que conduzcas por mí?». «Déjame que beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás».

Generosas transacciones

Por otra parte, la contribución del socialismo y el comunismo a nuestra democracia fue trascendental, en definitiva, a la libertad. Antes de la Transición con muertes, exilio y represión. Durante la Transición con generosas transacciones. Y después la izquierda ha contribuido a grandes avances sociales y políticos: divorcio, sanidad universal, aborto, enseñanza gratuita hasta los 16, pensiones no contributivas, ley dependencia, matrimonio homosexual y la eutanasia. Además, recurrir hoy al espantajo del comunismo es una insensatez y una falta de respeto a la ciudadanía. ¿En el 2021 en la Unión Europea y la OTAN en qué cabeza cabe una revolución comunista en España? ¿Se han leído el programa del Gobierno de coalición? Estaría encuadrado dentro de la ortodoxia de una socialdemocracia moderada.