La primera duda que se despejará hoy es si la ciudadanía mantendrá el grado de movilización que mostró en las generales del pasado mes, donde quedó claro que por encima de todo la sociedad española no quiere involucionar (bueno, unos pocos, sí). Después quedará comprobar si de verdad existen dos bloques claramente definidos o se volverá a hablar de transversalidad y geometría variable en modo eufemismo, claro. No por creencia, sino por interés.

Ábalos insiste en que si el PSOE tiene que elegir entre Podemos y Ciudadanos, ya sabe de antemano la respuesta de la militancia. Rivera, mientras, es el primero que quema los puentes con los socialistas con su actitud estresada e histriónica, en parte por su otra lucha por liderar la derecha. Pero todos sabemos que nada está escrito y que los posibles pactos o alianzas serán distintos aquí y allá en función de los resultados. Hay mucho poder que repartir y las estructuras autonómicas son decisivas para cualquier partido de corte estatal, algo en lo que por ejemplo Ciudadanos está claramente rezagado.

También será de vital importancia en qué manos caen las alcaldías de las principales ciudades. Hace cuatro años, el nuevo municipalismo, no sin sorpresa, demostró la potencia que atesora la sociedad civil cuando decidió intervenir sin intermediarios en la política institucional. Hoy veremos dónde esta apuesta, empezando por Zaragoza, fue un espejismo y dónde consistente.

Y ojo con la tercera urna. La participación en las europeas (43,81% en 2014), con fechas y frecuencias siempre a contrapelo, puede verse favorecida por esta cita múltiple. Aunque no podamos hablar de euroescepticismo, sí que es notable nuestra eurodejadez, cuando es el lugar donde se deciden las ayudas a la agricultura o el reparto de Fondos Europeos de Desarrollo Regional, tan necesarios en España. Asunto al que los partidos destinaron más tiempo en las generales que en estas elecciones.

Desde mañana veremos el grado de responsabilidad, compromiso y rigor exigible a nuestros representantes, en un país en el que el 74% no está satisfecho con el funcionamiento de su democracia (según Pew Research Center), porcentaje que solo empeora Grecia en el contexto europeo. Lo ocurrido esta semana en el Congreso tampoco ayuda, pero no queda otra que armarse de paciencia, esperanza o valor (que cada uno elija su opción) y tirar p’alante directos a las urnas. Por nosotros, el pueblo, que no quede. H *Periodista