El Partido Popular se ha conjurado para, después de reflexionar durante las jornadas de su Convención, lanzarse hacia las elecciones municipales, autonómicas y europeas. Todos sus grandes referentes, comenzando por sus dos ex presidentes, Rajoy y Aznar, apoyaron sin fisuras al nuevo, a Pablo Casado, quien, además, quiere ser más pronto que tarde presidente del Gobierno.

Desde la moción de censura corrían malos tiempos para los populares. Las encuestas les han venido dando a la baja, por detrás del PSOE y en práctico empate con Ciudadanos.

Sin embargo, el éxito andaluz les ha insuflado moral. Su beneficiario, Juan Manuel Moreno, ha demostrado (una vez más) que perdiendo se gana y que para gobernar en España, cualquier parte de España, es casi imprescindible no ganar las elecciones. Adiós, por tanto (una vez más), a esa reforma de la ley electoral proclamada con la boca chica, que concedería el poder ejecutivo de cualquier institución en liza a la lista más votada.

Pablo Casado gustó a los suyos por su tono decidido y ejecutivo, su defensa de los valores conservadores y sus críticas a la izquierda, en particular al PSOE de Pedro Sánchez.

Joven, con buena imagen, una oratoria mecanizada sobre los argumentarios del partido, bastante agresivo y, parece, decidido también, Casado es un profesional de la política educado desde su adolescencia para estudiar, comprender y ejercer el poder. Toda su carrera se ha desarrollado dentro de su partido, en el que ha ocupado distintos cargos, de menor a mayor. Seleccionado por Aznar entre el semillero de su Fundación, se impuso con claridad en las primarias.

Libre de otras compañías que las propias, apoyándose sobre todo en un rocoso y un tanto despectivo Teodoro García Egea, Casado se ha lanzado al ruedo político asumiendo un papel híbrido de jefe de la oposición y candidato a la presidencia del gobierno, rol que se disputa, en un margen que se ha estrechado en los últimos meses, con Albert Rivera.

El PP pudo haber emponderado a una mujer, a Soraya, a Cospedal, pero no lo hizo.

Ha optado por un profesional.