El genéro del periodismo documental se acerca mucho al ensayo biográfico, y prueba de ello es el último trabajo firmado por Nacho Carretero en torno a la figura del preso español Pablo Ibar, varias veces juzgado en Estados Unidos bajo acusación de un triple asesinato cometido en 1994, y finalmente, tras varias revisiones de su causa, condenado a cadena perpetua.

Hace años, cuando comenzaban sus idas y venidas por los Juzgados de Florida y aguardaba sentencia firme en el llamado corredor de la muerte, Carretero contactó con la familia Ibar, en concreto con Tanya, la mujer de Pablo (se casarían en 1999, con él ya en prisión). Le hizo una entrevista telefónica, que publicó, y a partir de ahí comenzaría a documentarse y a viajar a Florida para conocer de cerca las circunstancias que habían llevado a Pablo Ibar a sufrir una situación tan extrema.

En su reciente libro, En el corredor de la muerte (Espasa), Carretero cuenta la historia de la familia Ibar, comenzando por el padre de Pablo, Cándido, hermano de Jose Manuel Ibar, alias Urtain, cuyos éxitos en el boxeo contrastaron con los fracasos en su vida.

Como el mítico José Manuel, Cándido también había sido levantador de piedras y cortador de troncos. Emigró a Estados Unidos en los años sesenta, cuando comenzaron a ponerse de moda y a construirse frontones para las exhibiciones de pelota mano y cesta punta. Su práctica le permitió establecerse en Miami y contraer matrimonio con una caribeña, de cuya unión saldrían dos hijos, Pablo el mayor. Poco a poco, el chico iría faltando a clase y frecuentando malas compañías hasta ser acusado de tres salvajes crímenes.

El autor reconstruye con minuciosidad los hechos de aquella noche fatídica, así como las contradiciones de una investigación policial y judicial que acabaría convirtiendo a Ibar en un preso de largo recorrido bajo amenaza de inyección letal.

Un libro que incide en la ambigüedad de la culpa y de la ley, y en el azaroso carácter del destino. Y que reconoce por su humanidad los méritos de la familia de Pablo Ibar --en especial, de su mujer y de su padre--, siempre al pie del cañón, indesmayables.