Hoy se reunen de manera oficial PP y Cs en Aragón, a ver si pueden ponerse de acuerdo. Al encuentro, al parecer, no asistirá el candidato de los naranjitos a la presidencia del Gobierno autónomo, Daniel Pérez, que ni siquiera tiene carnet del partido. Mientras, Rivera pretende gobernar con el voto de Vox pero sin Vox. Dicho partido bloquea los presupuestos andaluces. Podemos aguanta el resacón como puede. Y aquí el PAR deshoja la margarita cada vez más alarmado por el barullo de las derechas.

Cs ha definido una política de pactos que no es muy realista, e incluso resulta medio tontorrona. Porque Vox es imprescindible para casi todas las alternativas institucionales del bloque conservador; pero los de Abascal, al carecer de criterio político (lo suyo es la antipolítica), se aferran a lo épico-patético, huérfanos de programa, propuestas, proyectos y todo lo que no sea legendario y por ello irreal. No les gusta el proyecto de presupuestos andaluz. ¿Por qué? Porque les suena continuista. No esperen más explicaciones. Vox no solo es un partido de extrema derecha, muy reaccionario y alérgico a los imperativos democráticos; además ha construido su imaginario (nunca mejor dicho) con una visión infantil y fuera de contexto: retrotopía de tebeo, el Guerrero del Antifaz.

De las recientes citas electorales, las izquierdas han salido con la idea clara de que el PSOE vuelve a ser hegemónico, pero más allá de su espacio van a seguir existiendo una o varias ofertas complementaria sin las cuales no habrá gobiernos progresistas. Las derechas, sin embargo, todavía no han resuelto sus peleas familiares. Cabría pensar que el PP ha superado lo peor, que Cs no ha logrado sus objetivos y que Vox es solo un grotesco espejismo... Pero los implicados en la pugna aún no han dado nada por perdido ni por ganado.

Todo sigue envuelto en dudas, amagos y faroleos. En Aragón también. Esta semana será decisiva. Por ahora en la Tierra Noble solo hay una novedad: Violeta Barba (Podemos) se retira tras fracasar como candidata. Excepcional, oigan.