La Navidad 2014 nos entrega un pequeño, pero delicado presente. Por primera vez en la historia de la humanidad se ha firmado un pacto para evitar vender material bélico a países donde se cometen crímenes de guerra, en un momento, en el que más de medio millón de personas al año pierden la vida por violencia armada. No es fácil ponerle barreras al negocio mundial de las armas, que mueve anualmente la escalofriante cifra de 81.500 millones de euros, pero el Tratado sobre el Comercio de Armas, que esta semana entra en vigor, fruto del empeño de las organizaciones de derechos humanos, constituye todo un hito en la lucha por el control de la exportación de armas en el mundo. Con él, se pretende reducir el espacio de impunidad en la venta de armas y cortar las alas de los intermediarios que por conseguir pingües beneficios, venden armas hasta al mismísimo Satanás. Pese a que quede mucho camino por andar, pues algunos de los principales proveedores como Rusia (2°) o China (4°) no han firmado el acuerdo e incluso EEUU (1°) se ha comprometido a medias, estamos de enhorabuena. 155 de los 193 países, que integran las Naciones Unidas, rubricaron este código de conducta internacional, y 5 de los 10 primeros exportadores de armas (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y España) han dado un paso más, lo han ratificado. El reto, que los estados que lo han asumido, lo cumplan, pues ellos serán los que otorguen las licencias de venta y los responsables del suministro.

Periodista y profesora de universidad