Aragón ha vuelto a dar ejemplo de su mejor y secular tradición pactista con la solemne firma de un acuerdo por la reconstrucción social y económica de la comunidad. El documento se suscribió ayer en las Cortes de Aragón por todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria a excepción de Vox, los principales agentes económicos y sindicales, el Gobierno autonómico y la Federación Aragonesa de Municipios, Comarcas y Provincias. Un buen punto de partida para recomponer una sociedad que ha quedado muy debilitada por el azote de la pandemia, a pesar de que los datos epidemiológicos empiezan a ser esperanzadores y comienza una segunda fase compleja: rehabilitar la situación social y económica de los aragoneses.

El documento contempla 273 medidas que no pasan, por el momento, de líneas generales que a priori son fáciles de suscribir por todos. De hecho, gran parte de ellas podrían estar incluidas en el programa electoral de cualquiera de las formaciones que lo han firmado, al igual que en cualquier documento, como los que ya existen, pactado entre el Ejecutivo, la patronal y los sindicatos. En este sentido, es muy lamentable que Vox haya decidido autoexcluirse del pacto, volviendo a demostrar que esta formación se mueve más cómoda en la búsqueda del conflicto y en la ruptura de consensos que en el trabajo por hallar soluciones.

En este sentido, es muy destacable la madurez política y altura de miras de las formaciones políticas aragonesas. Acostumbrados como estamos a espectáculos poco edificantes en Madrid, con dirigentes que juegan con fuego en sus incendiarias declaraciones y actitudes; es muy positivo que en Aragón, sin ruido y sin focos mediáticos, se suscriba el primer documento de calado a nivel estatal. El texto contiene medidas a todos los niveles, para recomponer la economía, con el apoyo de las pymes, los autónomos, el incentivo económico, la cohesión territorial, el apoyo a los municipios, el refuerzo de la sanidad y la educación, la mejora de las residencias y un sinfín de actuaciones que ahora deben cuantificarse.

Como punto de partida, y sobre todo como golpe de efecto, la firma del documento es todo un éxito social y político, pero habrá que estar muy vigilantes y atentos a cómo se ejecuta lo que de momento es únicamente una declaración de intenciones. Pero como tal, ya es un logro destacable y que debería ser de ejemplo para otras comunidades y para el Congreso, donde la comisión por la reconstrucción nace ya viciada de origen ante la escasa voluntad de acuerdos por parte de los grupos, más preocupados en buscar el titular efectista a base de descalificaciones que de hallar soluciones a una situación tan compleja como la actual.

En cualquier caso, ni el pacto ni el consenso debe ser ensalzado por sí mismo. Debe servir para que se materialice en cuestiones concretas, y debe ser fiscalizado tanto por los agentes y partidos que lo han firmado como por la propia sociedad y los medios de comunicación. El primer paso está dado, y a veces ese primer paso es el más difícil. Ahora toca andar el camino. Por duro que sea, así será más sencillo.