Una de cada dos solicitudes de adopción internacional tramitadas en Aragón en la última década no se han resuelto favorablemente. El rigor que exige el proceso, en el que por encima de todo debe primar el interés del menor, hace que muchas veces los adoptantes desistan de su propósito; otras, en cambio, es la propia Administración la que cierra las puertas cuando los adoptantes no alcanzan la idoneidad exigida, porque todos los menores tienen derecho a tener una familia pero no todas las familias están capacitadas para criar y educar a un niño. Es de rigor que los servicios públicos a quienes se les confía la adopción de los menores sean absolutamente escrupulosos en la selección de las familias, y así es. La familia de Huesca a la que los servicios de la DGA no permiten adoptar un bebé chino, ha pasado todos los controles de calidad pero infringe uno que no es norma universal aunque sí criterio extendido: la edad. Padres de cuatro hijos, todos ellos adoptados, el matrimonio oscense es considerado demasiado mayor para afrontar la educación de un quinto hijo. Es necesario que haya normas pero en casos como éste hacen faltas cláusulas de excepcionalidad, más que nada porque estos padres han demostrado con creces que lo son. Y muy buenos.