El PP transmite sensación de orden, disciplina y pirámide jerárquica. El PSOE es todo lo contrario: dispersión, facciones enfrentadas, poder muy repartido, liderazgo cuestionado. Esto lo reconoció Zapatero hace poco, al decir que su partido era como España, plural yvariopinto, y que el PP era una especie de maquinaria artificiosa, que no reflejaba la realidad. Pero puede ocurrir que el electorado prefiera una ficción sólida antes que una realidad demasiado "real".

En este centrismo basado en los balances de cuentas en que nos hemos ahorquillado (o ahorcado) puede haber mucho voto que sólo apueste por el menor barullo posible, por el mantenimiento de la disciplina y el bloque compacto, lo que llevado al extremo --o ya estamos en el extremo-- da una disciplina social y consagra una ortodoxia invisible.

Que el censo se decante, o se mantenga, en esa ficción del menor barullo es lo que persigue la extensa precampaña urdida por Rajoy, que se reserva para si mismo el papel de ectoplasma cobarde, que rehuye los temas: hacer como si no hubiera elecciones, sólo un trámite burocrático para seguir, mera inercia, sin problemas, sólo algunas promesas bucofaríngeas y a tocar la guitarra. Ya está el saliente para dar caña y embestir.

La fórmula de Rajoy consiste en dejar claro que no hay alternativa, sólo desorden y enfrentamientos múltiples. Cuenta con la ayuda inestimable del propio PSOE, que a estas alturas no ha conseguido centrar la atención en otra cosa que en si mismo y en los ediles rijosos del PP. Todo se revela en los detalles. Lo que ha dicho Rodríguez Ibarra sobre Pasqual Maragall, que nunca paga las comidas, es gravísimo.

En el fondo es peor que la excursión de Carod. Si hubiera dicho que Maragall no quiere a España, por ejemplo, no hubiera pasado nada, es el nivel retórico habitual, la monserga permanente.

Pero ha lanzado un ataque ad hominem, a la persona. Un ataque contra uno de su --en teoría-- propio partido. Decir que Maragall se escaquea de pagar las comidas --incluso a las que había invitado él-- es el mayor favor que un barón podía hacerle al PP y refleja el grado de "pluralidad" a que ha llegado la familia socialista.

*Periodista y escritor