E l pasado 12 de agosto se disputó uno de los pocos partidos de fútbol de nivel que esta temporada se habrán podido ver en abierto por televisión. En la Liga Santander solo va a poder verse sin pagar uno de los encuentros de la jornada -de los menos interesantes, todo hay que decirlo- y en la Copa del Rey, determinadas eliminatorias, las semifinales y, en función de la subasta de la Federación, la final y un evento como el de la Supercopa que enfrentó, en Tánger, a Barcelona y Sevilla. El resto de las competiciones se verán en plataformas de pago, principalmente a través de Movistar+, la gran vencedora de las distintas subastas en la pugna por las retransmisiones del mercado futbolístico. Esta temporada, la plataforma de Telefónica emitirá los encuentros (ocho de primera más el Partidazo) gracias al acuerdo con Mediapro, que ostenta los derechos, pero en la siguiente (desde el 2019 hasta el 2022), Movistar+ será la propietaria en exclusiva, sin tener que recurrir a otras empresas del sector, con lo que ello representa de aumento de sus ingresos por publicidad. Orange TV también ofrecerá el mismo paquete, en función de los requerimientos de la CNMC, que le permiten acceder a una parte de la oferta Premium, pero no así Vodafone, que ha renunciado. En cuanto a la competición europea, la situación es más radical, por cuanto Movistar+ tiene los derechos de explotación hasta el 2021, mientras que Mediapro se queda con el negocio en bares y locales públicos. En consecuencia, ya no podrá verse ningún partido de la Champions en abierto, como ocurría hasta ahora con Antena 3 y alguna autonómica ,y solo se emitirá un partido por jornada de la Europa League. Estamos ante un panorama que ha ido derivando hasta esta situación cada día más irreversible, con el factor determinante de que la apuesta de Movistar+ también se cifra en otros deportes, como el baloncesto, la fórmula 1 y el Mundial de motociclismo. Es un modelo de negocio implantado con éxito en otros países (especialmente en Gran Bretaña), que gira en torno a la competición como espectáculo, beneficiando tanto a la plataforma ganadora de la subasta como a LaLiga, que está temporada ganará 1.300 millones de euros, y, en consecuencia, a los clubs, que aumentan su capacidad económica. Un modelo cada día más consolidado de ver deporte, con defensores y detractores, que ha llegado para quedarse.