Cuando la crisis-estafa se había instalado ya por los rellanos de casi todos los españoles, el jefe de los empresarios, un tal Gerardo Díaz Ferrán, proponía al país trabajar más y ganar menos para salir de la vertiginosa situación económica. Andábamos todavía con la resaca del Pilar de hace cuatro años y digerir semejante consejo del líder de los que crean riqueza y empleo por el bien de la humanidad obligó a redoblar la dosis de alka-seltzer para afrontar semejante descomposición. Las acusaciones por el caso Aerolíneas o de la fiscalía por alzamiento de bienes, concurso fraudulento, blanqueo de capitales e integración en grupo criminal por el vaciamiento patrimonial de Marsans le arrebataron cualquier predicamento a sus recomendaciones. Ahora, desde la cárcel, sus apariciones en las páginas de economía solo responden a nuevos pasos en las diligencias judiciales. Pero lo que dijo lo dijo cuando lo dijo y fue doctrina en el escalafón de las organizaciones empresariales. Y hasta hoy.

Ahora, otra lideresa del colectivo, Mónica de Oriol e Icaza, presidenta del Círculo de Empresarios, arremete contra los jóvenes sin formación "que no valen para nada" y propone reducirles el salario mínimo. Claro, a sus apellidos no les precede el de ni llevan guiones que acentúen el esplendor de la estirpe, como en el puente de mando del Círculo. Tras el eco se ha disculpado aduciendo "interpretaciones totalmente contrarias a lo que yo misma pienso". Es como pedir perdón sin bajarse del burro. Periodista