Lucas. A sus 11 años ya conoce lo que es un bocadillo mágico: dos rebanadas de pan que saben a lo que él quiera. A queso, a jamón, a beicon... solo ha de cerrar los ojos, oler y saborear. Tiene tanto hambre que ni siquiera se da cuenta de que lo que come es pan con pan. No hay relleno, no hay jamón. Sólo miga y corteza. Es el juego al que tiene que recurrir su madre para disimular la realidad: la del paro y la falta de dinero con la que alimentarle. Y este juego, por desgracia, no es único. Hace cuatro meses, la ONG Educo nos enseñó a través de un anuncio que en España hay 1.800.000 menores malnutridos. De esos, miles son niños y niñas con bocatas mágicos. El vídeo, que pueden localizar en internet, es una bofetada a la sociedad.

A donde no nos alcanzaba la imaginación era a pensar que la situación pudiera empeorar más. Pero sí, lo ha hecho. Save the Children ha puesto sobre la mesa un informe escandaloso. El nombre lo dice todo: "Y a mí, ¿quién me rescata?". La pregunta, cómo no, es de un niño. Él es el protagonista de esos datos, y ojo con los datos. Uno de cada tres pequeños vive en riesgo de pobreza o exclusión social en España. ¡Uno de cada tres! Eso son casi tres millones de menores. El hijo de su vecino, el niño que juega a la pelota en el parque de su casa, el que espera en el columpio de su barrio... mire bien porque a su lado, con total seguridad, hay uno de estos niños. Pequeños a los que sus padres ni siquiera pueden darles frutas y verduras todos los días. El 42% tampoco puede celebrar su cumpleaños. Si no se han dado cuenta quizá sea porque a esas familias les da vergüenza contar su situación.

Una cuestión, la de los niños, capaz de arrojar cifras tan duras como las que acaban de ver, pero que a veces nos llevan al otro extremo: el de la sobreprotección. Leo que el Gobierno vasco quiere limitar el fútbol en el patio de los colegios "para combatir el sexismo". La medida forma parte de un plan para prevenir la violencia machista en las aulas y educar sobre el maltrato. Y pregunto, ¿jugar al fútbol en el colegio puede potenciar la violencia machista?

Muchos profesores y padres rechazan el plan. Creen que es algo sin fundamento porque toda la vida se ha jugado a la pelota en el colegio. Prefieren dedicar los esfuerzos a mejorar la educación. Y no les falta razón. Bastante tienen algunos con el bocadillo imaginario como para tener que jugar también con un balón ficticio.

Periodista