En 40 años de Estado de las autonomías nunca los gobiernos regionales habían tenido tanto protagonismo como en este año de pandemia. Una gran mayoría de españoles han conseguido, incluso, ser capaces de memorizar los nombres y las caras de muchos presidentes autonómicos que en condiciones normales no habrían destacado. Incluso, han aparecido nuevas figuras políticas, porque la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se ha dado a conocer con la pandemia. Se ha demostrado que una gestión cercana, en el territorio, es mucho más útil y el Estado autonómico, que se ha hecho cargo de la parte fundamental de la crisis sanitaria, ha funcionado bien. Incluso la colaboración entre comunidades ha sido mayor de la que existía hasta hace un año. Y 365 días después, las 17 comunidades y el Estado lo tienen claro: hay que seguir con la gestión autonómica, con la coordinación estatal e incidiendo en las dos soluciones para echar abajo de una vez el covid: el comportamiento social y la vacunación.

Cuenta el presidente de Aragón, Javier Lambán, que en esas mañanas de sábados y domingos en que el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, reunía a la Conferencia de Presidentes, el ambiente entre todos ellos era agradable. Recuerda que hasta los más díscolos a la hora de acudir a estas reuniones, el vasco, Iñigo Urkullu, y el catalán, Quim Torra, lo hacían, y el aragonés destacaba que este último ejercía como nunca de presidente autonómico y, además, en colaboración y buen tono. Alejado de todos aquellos tintes independentistas que, eso sí, los demostraba después, fuera de las pantallas digitales, cuando se dirigía solo a sus compatriotas catalanes. Entre todos los presidentes surgieron vínculos de solidaridad porque lo que le pasaba a uno, también lo sufrían los demás. Evidentemente, lo que allí se puso de manifiesto es el interés común de salir del atolladero en el que estaban entrando todas las comunidades, todo el país: hospitales abarrotados y sin material sanitario adecuado, ucis desbordadas, residencias de ancianos que no daban abasto con los cadáveres y un horror de datos diarios de fallecidos y contagiados que cada 24 horas iba a más.

Con problemas, equivocándose en ocasiones y rectificando después, el Estado autonómico se fue mostrando ante todos los ciudadanos. En Aragón ya teníamos muchos ejemplos de que es mucho mejor gestionar desde nuestro territorio que nos lo hagan desde la capital del Estado. De hecho, los numerosos avances que hemos tenido en estos 40 años de autonomía aragonesa se han llevado a cabo gracias a infinidad de proyectos muchos de los cuales no se habrían desarrollado si no hubiera sido por nuestro autogobierno. Solo hay que pensar un poco en lo que funciona en las tres provincias. Por contra, lo que depende del Estado se atasca y bastante, y en ocasiones no llega. Tampoco hace falta pensar mucho, y sobre todo si miramos el apartado de las comunicaciones.

Por eso, no cabía otra posibilidad que dejar la gestión de la pandemia en manos de las comunidades autónomas, aunque, evidentemente, con la coordinación del Ministerio de Sanidad. Se puede decir que la estructura institucional del Estado autonómico ha resistido este año, aunque siempre haya cuestiones a mejorar, por ejemplo algún sistema de gestión y la cooperación. Porque en esta España cuasi federal hace falta la colaboración de los distintos gobiernos, al margen de los partidos que los dirijan. Y este año de pandemia ha servido para fortalecer el Estado autonómico. Por eso, poner en duda, como hacen formaciones políticas como Vox, el interés de las comunidades en estos momentos, es dar pasos innecesarios hacia atrás. Está claro que tenemos un sistema político descentralizado que funciona y nos sirve. ¿Quién piensa que desde Madrid van a plantear montar un hospital de campaña en la Feria de Zaragoza por si es necesario utilizarlo?

Ha funcionado tan bien el estado autonómico, que incluso durante este año de pandemia se han celebrado tres elecciones regionales: Galicia, Euskadi y Cataluña, lo que aún le da mayor valor a todo nuestro sistema político. Y ni mucho menos se puede acusar a las comunidades de inestabilidad política y de que España genere mucho ruido en Europa. En este tiempo, Italia ha cambiado de gobierno; en Francia ha habido elecciones y preparan las presidenciales; en Holanda hay unos comicios generales próximos; en Alemania han cambiado de líder en el partido que gobierna y en otoño celebran también elecciones y el Reino Unido ha sufrido una gran transformación política.

Hay ruido en las autonomías y en España, pero en Europa también, No debemos tener la mirada pesimista de épocas anteriores como la Generación del 98. Lo importante es tener capacidad para arreglar nuestros problemas de convivencia. Y en este año hemos tenido una prueba de fuego y la España autonómica la va resolviendo. En Aragón, la autonomía nos ha unido más, hay un proyecto común, un clima de paz política y paz social ideal por lo que no cabe sembrar negatividad. Eso sí, teniendo muy claro que se puede discrepar, si.