Hay un mensaje de Teresa Ribera en la entrevista publicada ayer por este diario que resume el espíritu con el que la ministra de Transición Ecológica afronta la crisis del cierre de la térmica de Andorra: «Hay que reducir la tensión emocional del caso». Ribera asume la conmoción social y política que provoca en Aragón la descarbonización de Teruel, pero se esfuerza en poner paños calientes allí donde los puntos de fricción exceden lo razonable. Quedan casi dos años de desmontaje y un plan de reconversión que ejecutar, demasiado trabajo como para no hacer equilibrios.