La Oficina de Estadística de la Unión Europea (Eurostat) acaba de recordar a España que la reactivación del empleo dista enormemente de ser la adecuada y que el Gobierno de Mariano Rajoy todavía debe acogerse a la prudencia en sus mensajes respecto de la situación económica. Así, los triunfalistas análisis oficiales de las últimas semanas al calor del largo proceso que culminará en las elecciones europeas del 25 de mayo deben atemperarse, y el Ejecutivo ha de centrarse en encontrar una política de empleo a corto y medio plazo que saque a España del pelotón de los torpes: no solo cinco regiones españolas registran la mayor tasa de paro de la UE (Andalucía, Canarias, Extremadura, Ceuta y Melilla), sino que también vamos por delante --es decir, en las peores posiciones-- en desempleo juvenil, según los datos de Eurostat. La exitosa fórmula de la formación profesional de Alemania y el elevado índice de abandono escolar prematuro en España tienen una estrecha relación con los resultados opuestos de ambos países sobre la contratación de jóvenes.

La alentadora perspectiva de la creación de ocupación este segundo trimestre, con esta Semana Santa en primer término, no parece suficiente para doblegar a medio plazo ese 26% de paro. Si se confirma la llegada a ese punto de inflexión, España estará en la senda correcta, aunque las políticas oficiales deberán dar entonces otro paso para que la economía no siga prisionera del bucle de una alta tasa de desempleo, porque eso proyecta graves efectos en otros ámbitos económicos y sociales como las pensiones, las ayudas, las políticas familiares y el propio crecimiento del país.

El Gobierno no puede hacer dejación de su responsabilidad y escudarse en que las grandes líneas de la política económica están marcadas por Bruselas. Otros países y regiones europeas gozan de muy buena salud en materia de empleo, y países rescatados como Grecia y Portugal han logrado situarse por encima de España en cuanto a ocupación. Un mercado laboral activo y sano sigue siendo, en definitiva, la gran asignatura pendiente, y los ciudadanos españoles reclaman medidas que permitan superar la calamidad del paro. La mejora de ciertas cifras macroeconómicas no puede conducir de ningún modo a ninguna autocomplacencia oficial cuando el país continúa siendo el farolillo rojo del total de 28 de la Unión Europea.