Nadie sabe muy bien en qué van a consistir exactamente los fastos conmemorativos del 75 aniversario del Parque Grande, efemérides que se ha cumplido este mismo año de 2004, sin que hasta la fecha se haya realizado actividad alguna.

Una misteriosa y empaquetada escultura, quién sabe si dedicada al pintor Xavier de Winthysen, diseñador del parque, aguarda la presencia de autoridades para desvelar su misterio e incrementar el tinglado de bustos colocados sin ton ni son --y a cuál más horrendo, por cierto-- desde Paco Martínez Soria a Miguel Fleta, y todos ellos presididos por el atónito Batallador. Pero eso --el bulto escultórico a la espera de su corte de cinta-- es todo por ahora.

El resto, como de costumbre, como viene sucediendo desde hace ya demasiados años, es una pena. El mantenimiento de esta zona --¿verde?-- puede considerarse como una verdadera lástima. Para muchos de los usuarios, como una auténtica vergüenza.

La actual concejal de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Zaragoza, María Isabel López, continúa fielmente la indiferente tradición de la clase política con respecto a un espacio que debería ser un privilegio, y una de las señas de identidad de la ciudad, pero que, en su actual estado de abandono y deterioro, no pasa de ser un parque más, grande sí, pero descuidado y vulgar, y sin otro aliciente que disfrutar de un índice de contaminación algo menos denso que en el centro de la ciudad.

Todo en el Parque Grande está viejo, roto, o a punto de romperse. Los graffitti invanden el Quiosco de la Música, el Rincón de Goya es eso, un rincón perdido y sucio, los árboles se derrumban, con gran peligro, de puro antiguos, el botellón se apodera de las riberas del Huerva, donde los gatos salvajes disputan la ley de la foresta a ratas del tamaño de conejos, y una mano negra roba los pájaros de las rosaledas, metiéndolos en sacos al calor de la noche, para revenderlos después.

El amante del footing corre intentando evitar los zurullos que los indeseables propietarios de los inocentes perritos urbanos abandonan al consumo de las moscas, para fertilizar el pasto y obligar a las madres a vigilar de cerca a sus bebés, no sea que el niño se ponga a jugar con la caca. ¡Qué deporte se puede hacer en ese cuarteado asfalto, sobre la reseca grava, en medio de la legión de jubilados que vagan sin rumbo! Hace años, para estimular el ejercicio gimnástico, pusieron un par de tablas de abdominales, y ahí siguen, en efecto, como toda inversión, rezumadas de humedad y envueltas por la mala hierba.

Tampoco hay un programa sostenido de actividad cultural. Ya no se hacen conciertos en el Rincón, ni apenas otra instalación que esas carpas donde sortean viajes en globo y te venden las maravillas de los nuevos teléfonos móviles.

No hay diseño, no hay inversión, no hay solución.

Algunos confiábamos que con este nuevo equipo municipal PSOE-CHA, en apariencia más sensible al medio ambiente, las cosas mejorasen. Pero han ido a peor, hasta instalarse en la desidia. Esa concejalía es una maría sin aprobar.

*Escritor y periodista