Aún quedan cabos sueltos, decisiones definitivas que han de tomar los órganos superiores de los partidos y acuerdos por firmar o desechar, pero en líneas generales las listas y las alianzas preelectorales ya están dibujadas y algunas de ellas cerradas. Una de las últimas incógnitas que persistían se despejó ayer: PP y PAR no repetirán su alianza en las generales. Por otro lado, es probable que Podemos vaya en las municipales de Zaragoza con su propia marca, al margen de Zaragoza en Común. No habrá grandes plataformas multipartido como las que se están disponiendo en Navarra, convertida así en laboratorio electoral. Por el contrario, la fragmentación que se dará, sobre todo en autonómicas y locales, impedirá victorias aplastantes de una sola formación y llevará a un reparto de escaños en las Cortes autónomas y en los ayuntamientos que agudizará previamente la lucha dentro de cada lista para obtener puestos «de salir».

En las generales, Podemos e IU, integrarán la única coalición evidente. PSOE y CHA tantearon un pacto que no ha sido posible. PSOE, PP y Cs irán cada uno por su cuenta. El PAR se retira de la competición. Vox irá pero se desconoce quiénes integrarán sus candidaturas, que habrán de recibir el visto bueno de la dirección central.

En las autonómicas y municipales, pueden llegar a concurrir siete, ocho o más listas (PSOE, PP, Podemos, Cs, CHA, PAR, Vox, además de diversas plataformas) lo que proyecta una gran incertidumbre sobre unos resultados que los sondeos apenas esbozan. Nada está seguro. En algunos casos, como ha ocurrido con los socialistas en Zaragoza, las tensiones internas han sido y son notables, de forma que la dirección central tendrá que decir la última palabra. Ciudadanos, por su parte, ha conseguido cerrar sus primarias en Aragón sin grandes problemas y con la selección de los candidatos bendecidos por la cúpula de la organización. En el conjunto de las listas se percibe una renovación muy relativa, con escasas sorpresas y una proyección clara de los respectivos aparatos. El sistema de primarias se ha convertido, salvo en algunos casos, en una especie de trámite sin sobresaltos posibles porque en general cada vez hay menos participantes en ese tipo de procesos y ello elimina las sorpresas y los vuelcos.

Por delante, dos intensos meses de sucesivas campañas. Y mucha incertidumbre.