Esas miradas de los que están al otro lado del paso de peatones esperando al color verde para cruzar. ¿Serán las nuestras tan ansiosas? ¿Es todo un problema de transportes o hay algo más? Al fin han inaugurado la pasarela de Manterola o del Voluntariado, el nombre lo traerá el uso, como siempre. Los nombres de los puentes van y vienen, como el agua de Heráclito, que nunca se trasvasa dos veces.

Aunque no hubiera nada más, la nueva pasarela ya ha cambiado la ciudad para siempre. Aunque la Expo no trajera tantos prodigios y obras y edificios (y sueños) de todo tipo, la pasarela que el alcalde estrenó ayer ya ha cambiado la ciudad y su relación con el río maldito. La pasarela es el río y es la ciudad. Es donde mejor se juntan sin molestarse. Los puentes son artilugios tremebundos, que alteran y trastocan toda la redolada, que necesitan avenidas y miles de vehículos, miles de personas y miles de hectómetros por debajo. Una pasarela es algo humilde, a la medida del jubilado y de los chavales y del pescador de caña de todo a 0,75.

Una pasarela no emite ese ruido infernal que producen los puentes. Es algo silencioso, asequible, liviano. La pasarela y el río ya hacen Europa en este desolado rincón de los cierzos, donde se pasa del frío al calor en diez minutos. Una pasarela es el vecindario. Por eso, desde que estuvo acabada, el gentío no hacía más que intentar inaugurarla por lo civil, sin esperar a que las autoridades fijaran y pactaran la fecha. En cierto modo, con la pasarela se inaugura ya la Expo y se empieza a cerrar este pesadísimo periodo de obras, polvo, pitido y atascos. La pasarela de Manterola, que es una preciosidad, nos trae ya la Expo y las cosas buenas que tanto hemos esperado y por las que tanto y con tan buen ánimo estamos sufriendo. También nos da la idea de ciudad, la idea de ciudad con río.

Faltan los otros ríos, las otras riberas, tantas cosas, pero la primera pasarela ya funciona, ¡ya se puede cruzar el río sin el turbión de tráfico! La pasarela ha traído también un acceso al cauce, que era lo que se buscaba, lo que se perseguía desde hace décadas. El Ebro. Enseguida, el teleférico.

Se está acabando el sufrir y los sinvivires. La ciudad empieza a funcionar. La pasarela es ya la Expo. Y gratis.

Periodista y escritor