Viajar te da la oportunidad, no solo de conocer geografías físicas y políticas del país al que llegas, sino también sus culturas y la filosofía de vida de los habitantes.

En muchos casos esos estilos de vida, que suelen ser diferentes a los nuestros, son un ejemplo de sabiduría y supervivencia. Esas diferencias se perciben porque se orientan hacia otros intereses, hacia otras valoraciones más abstractas como actitudes o niveles y grados de importancia en lo que por sí mismo la tiene, ocupando preferencias muy alejadas de las nuestras, sosteniendo una vinculación y una interactuación con la sociedad.

Estas sociedades demuestran, en situaciones críticas, estar mucho mejor preparadas para solventar los problemas que surgen en la población; encuentran herramientas que han ido forjando, activando recursos que son necesarios con un objetivo común, superar las dificultades que pueden ser graves para todos.

En estos casos los gobiernos tienen una implicación sobresaliente asumiendo una responsabilidad que nos asombra, porque actúan eficientemente y, esta actitud, se ve reflejada en el talante de sus habitantes.

Recuerdo países como Alemania, Suecia en los que su responsabilidad cívica se proyecta hacia los demás y al cumplimiento de la norma.

También resaltaría algunos países de Extremo Oriente como China, Camboya o Vietnam, especialmente China donde se inició el covid-19, suelen ser un ejemplo de sociedades con filosofías solidarias, respetuosas e inmersas en la fuerza de la colectividad. Este país se puso a trabajar para vencer el virus mortífero. En esta crisis sanitaria ellos siguen siendo una referencia positiva de su capacidad para solventar las graves dificultades; hasta tienen la suficiencia para ayudar a países como el nuestro que se está viendo desbordado por no tener material sanitario suficiente para actuar con eficacia en esta pandemia.

Además de que no se haya actuado con mayor diligencia, a nuestro sistema sanitario, que ha sido uno de los grandes logros que hemos conseguido, no se le ha dotado, desde hace más de una década, de los medios necesarios para mantener los servicios sanitarios óptimos. Un ejemplo claro es el colapso que cada año se produce en urgencias por la gripe estacional.

La situación por la que estamos pasando, el presente es testigo de lo que somos, evidencia nuestra capacidad para adaptarnos a la adversidad, al miedo, a la soledad, a la consciencia de la pérdida de nuestros hábitos, y cada cual activa su autocontrol de supervivencia que pone a prueba nuestra salud mental, nuestra creatividad y nuestro ADN, aflorando esa permanente picaresca que hace que seamos rebeldes sin causa escapando de nuestra responsabilidad, y esto no nos favorece.

Pero también sabemos convertir los momentos tensos en humor paródico. Hay algo que nos identifica y que debería ser declarado patrimonio inmaterial, y es la socarronería gamberra que la utilizamos como antídoto hacia la adversidad, hacia el pesimismo, para hacer crítica, a veces es tan elocuente que se convierte en un lenguaje muy eficaz.

Gracias a ello y, pese a la fatiga que provoca recibir tantísimos Whatsapp, el humor sobresale para soltar una carcajada y olvidarnos por un momento de la situación. Una sociedad con humor es una garantía de salud, libertad e inteligencia, utilicémoslo con sapiencia.

*Pintora y profesora