El anuncio, por parte de la Diputación General de Aragón, de que la atención odontológica de nuestros niños y jóvenes (hasta los diecisiete años) va a ser gratuita en un plazo muy próximo, ha sentado al pagano respetable, nunca mejor dicho, a pedir de boca.

Porque la experiencia de gestión institucional demuestra que este tipo de políticas de ayuda directa, universal, sin cortapisas ni condiciones, es el único que de verdad llega al ciudadano. Liberarlo de cargas, de gastos, proporcionándole nuevos y gratuitos servicios, ayudándole a arribar a la fatídica fecha de final de mes con mayor alegría y holgura, le beneficia y conforta. Pues no olviden nuestros próceres que, al término de la jornada, todo el chiringuito democrático, con sus múltiples oficios y prebendas, descansa sobre las modestas y cargadas espaldas del hombre de la calle. O contribuyente.

Quien, en el moderno Estado español, viene a soportar, como sutilmente ironiza el escritor Javier Aguirre, el casi insoportable peso de siete administraciones paralelas, o solapadas entre sí: municipal, comarcal, provincial, autonómica, estatal, europea e "imperial". De las levas y sevicias de esta última es posible que nos libere, para bien, José Luis Rodríguez Zapatero, pero, de momento, hemos financiado ya la postrera guerra del tejano emperador George II , ayudándole, con nuestros soldados y euros, a combatir sus demonios personales y el eje del mal.

La DGA y el Colegio de Odontólogos, presidido por la activa y competente Carmen Mitjans, perfilan los criterios de atención preventiva, revisiones anuales, higiene, alimentación y servicios varios que pasará a prestar este útil acuerdo institucional. Miles de familias van a saludar con total aprobación la puesta en marcha de esta nueva modalidad de atención sanitaria, destinada a mejorar la salud bucodental de la población y, con ella, su salud general. Es de esperar que las cláusulas del convenio se perfilen bajo amplios criterios, a fin de que su aplicación resulte, efectivamente, universal, no restringida.

La Diputación General, a través de su departamento de Educación, ya se apuntó un buen tanto, por lo que a las ayudas familiares se refiere, al aprobar, recientemente, durante el pasado curso, la gratuidad del primer tramo de educación infantil. Una medida oportuna de la que se han beneficiado ya numerosos padres y alumnos, sin que su aplicación haya repercutido de forma negativa en aspecto educativo alguno. Todo lo contrario.

Son éstas, y no otras, las políticas autonómicas que, de vez en cuando, vienen a reconciliar al usuario con sus representantes públicos. Medidas tangibles, prácticas, democráticas, destinadas a mejorar nuestra calidad de vida, y a acercarnos un poco más a los parámetros europeos en materia de sanidad o educación.

Si es verdad que somos europeos, si vamos a votar una Constitución europea, si pretendemos alcanzar los niveles de bienestar de nuestros vecinos franceses, alemanes, suizos, nuestras administraciones, aunque sean legión, aunque sean siete, no deben dejar de pensar en nosotros.

*Escritor y periodista